«El puente de los espías»: Dos película en una

LUGO

26 ene 2016 . Actualizado a las 22:49 h.

A estas alturas no se puede dudar de la capacidad para saber contar historias de Spielberg, que lleva años intentando ser el John Ford del siglo XXI. Incluso, que no es poco, no solo pretende demostrar que como nadie sabe mantener el ritmo de una historia de dos horas, sino que además, como el genio irlandés, pretende mostrar la decencia y la integridad del héroe americano, no un gran prohombre, sino un americano medio capaz de mantener los valores patrios.

En su última película arranca con vigor y valentía, con un tema de máxima actualidad. Un abogado, por turno de oficio, defiende a un espía soviético hasta sus últimas consecuencias y porque la Constitución norteamericana le ampara. ¿Se podría mantener ese discurso hoy en Estados Unidos con los cientos de casos de Guantánamo?

Toda esa parte inicial, de hombre familiar y recto que lucha ante las injusticias de la justicia ?al estilo Atticus Finch de «Matar a un ruiseñor?, cambia por completo en la segunda parte de la película, donde el personaje que interpreta Tom Hanks (¿el James Stewart del siglo XXI?) se traslada al Berlín dividido por el muro, convirtiéndose en un filme de espías al uso de Hitchcock, aunque sin la tensión del maestro inglés. No esperen un estilo negro y oscuro de «El tercer hombre». Spielberg naufraga en esta segunda parte, aunque tira de oficio para mantener el interés del espectador.

Al final, con subrayados innecesarios, regresa al modelo de héroe solitario y en familia, con coletilla tipo «La lista de Schindler». 

??Cine As Termas?