Los delanteros que contrate el club tienen la difícil misión de cubrir un puesto en el que el club dio con la tecla los últimos años
15 jul 2013 . Actualizado a las 17:13 h.Por el Lugo han pasado un buen número de futbolistas en los últimos años. Los cambios, y amplios, en la composición de sus plantillas han sido habituales. Aunque no siempre los fichajes han dado el rendimiento esperado, el acierto ha sido notable. El pasar de Tercera a Segunda así lo refleja. Se dice que la columna vertebral de un equipo la forman portero, centrales, mediocentro y delantero. Y, quizás, el puesto de nueve es siempre el más llamativo, el matador, el que acapara más portadas y protagonismo. En definitiva, el finalizador y principal responsable del gol. El Lugo ha dado con la tecla, y sus arietes han dejado una alargada sombra de éxito sobre los dos que han de venir en esta temporada.
De Tercera a Segunda B
La letal sinfonía de Cuéllar y Marcos Suárez. Si por algo se ha destacado el Lugo desde que Carlos Mouriz está al frente de la dirección deportiva es por reclutar a jugadores con pasado en Primera, y que le han dado rendimiento. En la última etapa de Tercera, cumplieron este rol en la delantera Braulio y Ángel Cuéllar, aunque, sin duda, la pareja letal fue la que formaron el compostelano y el extremeño. El año del ascenso a Segunda B (temporada 2005-2006), firmaron entre los dos casi 40 goles, y su acierto resultó fundamental en un equipo que ya entonces sorprendía por su fútbol atrevido y combinativo, de la mano de Juan Fidalgo en el banquillo. La pareja se mantuvo en el primer año de Segunda B, aunque el rendimiento ya no sería el mismo. Los problemas físicos fueron determinantes para Cuéllar, que tendría menos continuidad. Aún así, siguió regalando la misma calidad que le hizo saltar la banca cuando el Barcelona lo fichó del Betis, como una de sus grandes apuestas en el año 1996.
La consolidación
La experiencia de Losada y la explosividad de Sergio Arias. Se fue Cuéllar, y llegó otro futbolista con pedigrí de Primera: el chino Losada. Estuvo tres años, con rendimiento desigual. Coincidió con Fonsi Valverde y en el primer año de Setién. Un recorrido en el que le acompañó quien, sin duda, fue la sorpresa agradable de ese tiempo: Sergio Arias, el obús de Portomarín. Al joven lucense ya le había dado la alternativa Fidalgo, y aprendió junto a Marcos Suárez y Cuéllar. Su acierto y explosividad llegaron a cuestionar la titularidad de Losada, aunque el de Portomarín terminó en una banda. El primer año de Setién (2009) se contrató a otro clásico, Maikel (condicionado por problemas físicos) y el obús acabó condenado al ostracismo. Apenas pudo desquitarse en una tarde memorable en Pasarón, en la que él solo trituró al Pontevedra con cuatro dianas.
El gran salto adelante
Del «casi», a los héroes del ascenso. Con Quique Setién se consolidó la dualidad de delantero grande, delantero pequeño en la plantilla, que ya inició con Maikel y Losada. En su segunda campaña cumplió el papel de nueve rompedor Gorka Azkorra, y a su lado, Ballesteros. Azkorra fue el titular indiscutible, y Ballesteros tuvo que ocupar la suplencia. El vasco se convirtió en el máximo artillero, y sus goles, claves para que el equipo quedase primero y jugase por el ascenso, que finalmente no se consiguió. Ninguno renovaría, tampoco Iago González, que solo pudo mostrar su calidad con intermitencias en la media punta. Sí lo hizo Iván González, que se destapó como artillero y pasador. Pero su estrella se apagó al año siguiente. En ese curso Belencoso tomó el testigo, fue el pichichi rojiblanco, y marcó goles clave en la promoción, fundamentales para ascender.
Nuevo principio
Óscar Díaz los eclipsó a todos. Para su primera temporada en Segunda en dos décadas, el Lugo se hizo con un punta alto (Mauro Quiroga), y uno bajo (Fran Sol). Sin embargo, la lesión del primero, y la falta de tino del segundo permitió la eclosión de Óscar Díaz. El madrileño venía para jugar en la banda y se convirtió en el auténtico hombre gol. Los marcó de todos los colores, casi todos importantes, y se ganó un hueco en Primera, en el Almería. En invierno llegó Airam Cabrera, que sustituyó a Sol. Pero sus buenos movimientos, su calidad, apenas llegaron para marcar en un partido, eso sí, tres goles ante el Xerez en el Ángel Carro.