Tres mujeres calés que trabajan fuera de casa relatan su experiencia y animan a otras a emprender ese camino
20 mar 2011 . Actualizado a las 06:00 h.La palabra «gitano» se asocia a menudo a una comunidad ancestral, encerrada en si misma y tremendamente machista, pero no siempre es así. Lo demuestran las experiencias de tres gitanas lucenses que esta semana participaron en una charla organizada por el Concello de Lugo en el marco de la programación del Día Internacional da Muller Traballadora. María Luisa Jiménez Gabarri, de 33 años, Irene Jiménez Cortiñas, de 32, y Esther Hernández Escudero, de 18, rompen con los estereotipos para ser la nueva cara de la comunidad calé de Lugo, cuyo futuro «tiene nombre de mujer», como se resaltó en la presentación del acto.
Contra la doble discriminación
«Son mulleres que teñen que loitar contra unha dobre discriminación, porque están en inferioridade de condicións dentro da súa etnia e tamén dentro da sociedade», destacó la concelleira de Benestar Social e Igualdade, Carmen Basadre. La charla se dirigía especialmente a las mujeres gitanas, para que conocieran que hay «moitas formas de vivir a xitaneidade», ya que hay calés que estudian, no se casan «ni se cargan de hijos» siendo adolescentes, trabajan fuera de casa, tienen amistades payas y viven en el siglo XXI. Sin embargo, el objetivo se cumplió a medias ya que en el salón de actos del centro social Uxío Novoneyra había más payas que calés. Con todo, la edila animó a las escasas participantes de la comunidad a expandir el mensaje y a asociarse «para traballar xuntas». «Hai que respectar algunhas tradicións, pero hai que avanzar. Non só reclamar axudas, tamén reivindicar os vosos dereitos», completó.
En la jornada también intervino la orientadora Olalla García, de la Fundación Secretariado Gitano.
crónica esfuerzos por la integración