Cuando el patrimonio se esfuma

Xosé Carreira LUGO/LA VOZ.

LUGO

El caso de la desaparición de la Fonte do Pilar no es único en Lugo porque en los últimos años los ciudadanos también fueron privados de numerosas piezas de valor

11 sep 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Al patrimonio lucense parece que le salieron patas. Algunos de sus elementos desaparecen de la vista de los ciudadanos como por arte de magia. Se esfuman. La desaparición de la Fonte do Pilar, detectada en los últimos días, no es un hecho aislado. El paradero de muchas piezas, entre ellas restos arqueológicos encontrados en las excavaciones realizadas en muchos puntos de la ciudad, es toda una incógnita. Algunos de los elementos a los que se les perdió la pista parece que se encuentran tirados en una nave de Frigsa y otros esperan por una restauración que se alarga. Por regla general, los objetos que desaparecen de sus lugares de emplazamiento no acostumbran a volver a los mismos. Expertos en la materia consultados ayer indicaron que es alarmante la falta de control sobre el patrimonio que es público. La matrona de la fuente de los leones, datada de 1861, que acabó siendo colocada en un pedestal en la plaza de Avilés, en la zona de los juzgados, fue desmontada del mismo a principios de 2007. Fue cargada en un camión y llevada a una empresa de O Ceao para su restauración. El camino que siguieron las lajas graníticas retiradas en su momento de la zona de la Rúa da Cruz y adyacentes es una incógnita, según expresaron ayer diversas personas. Las mismas fuentes hicieron referencia también a los elementos más destacados de la fachada del antiguo seminario menor que fueron desmontados y que, al parecer, acabaron en la famosa nave almacén de Frigsa. Los hornos de Cacharro El paradero de unos hornos romanos hallados hace años con motivo de unas obras ejecutadas en la zona de jardines de la Diputación Provincial es una gran incógnita. Inicialmente Francisco Cacharro, el presidente de la institución, por aquel entonces decidió inicialmente empaquetar los restos con vistas a su almacenaje posterior. Se suscitó una gran polémica, entre otras razones, porque decidió intervenir el delegado de Cultura que, en aquellas épocas, era Adolfo de Abel Vilela. Finalmente los restos acabaron, al parecer, guardados en las dependencias del Hotel Miño, que actualmente se encuentra totalmente abandonado. Saber a dónde fueron a parar definitivamente los hornos es una tarea que, posiblemente, daría ocupación a una decena de policías. Juan Cancela, colaborador habiutal de la sección de fotos históricas de la ciudad y la provincia que a diario publica La Voz de Galicia, contó en su momento como la revista Lucus, editada por la Diputación, alababa el gran esfuerzo de Cacharro y su equipo para recuperar y conservar los hornos que estuvieron solo a salvo mientras estuvieron bajo tierra.