«La justicia de enero es muy rigurosa, mas llegando febrero ya es otra cosa». Estando en pleno mes de julio poco o nada se podrá esperar. Por el momento ni sillas, ni mesas, ni estanterías donde colocar los asuntos que se acumulan en cualquier rincón del juzgado. Decía Séneca que «nada se parece tanto a la injusticia como la justicia tardía». Lamentablemente, tras la imagen de cientos de folios que recopilan cuestiones pendientes de una resolución, se desatienden quebraderos de cabeza y dolorosos temas para una gran parte de la ciudadanía. Las listas de espera no son exclusivas de la sanidad. De hecho, la tardanza en el veredicto pueda llevarnos al hospital o, en el peor de los casos, al cementerio.
En la sabiduría del refranero popular no todo es consternación. Hay un desbordante optimismo, probablemente debido a la falta de información, en algunos dichos:«la justicia cojea pero llega». Claro que tanta confianza es fácil de contrarrestar: "mas vale un mal arreglo que un buen pleito". Este último es, para mi gusto, algo más realista y sin duda producto de alguna experiencia vivida en cualquier administración.
Para Cicerón «la justicia es reina y señora de todas las virtudes». Quizás, y precisamente por ser una virtud, no parece ser una cosa fácil de alcanzar en los tiempos que corren. Pedir un nuevo tablón de anuncios para el juzgado puede ser prosaico y poco primoroso cuando lo que está en juego es la justicia. Pero a veces la acción virtuosa o el recto modo de proceder se ve necesitado de pequeños detalles, más mundanos pero útiles. Así que siguiendo el refrán: «el que no llora no mama», aunque por otra parte «el que espera desespera». Si bien «el que ríe el último ríe mejor», siempre y cuando no se cumpla que «el que parte y reparte se queda con la mejor parte».