Dos generaciones de Casa Manolo

B. Lázare

LUGO

Los fundadores del negocio abrieron un restaurante y pensión en 1989 pero llevan vinculados al sector 38 años, como antes lo había estado la anterior generación

18 oct 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Hace 38 años que el matrimonio formado por Manuel Rodríguez y Vidalina López comenzaron a trabajar en un bar en Madrid, cuya propiedad compartían con dos hermanos de Manuel. En 1989 decidieron venirse para A Fonsagrada natal y abrieron en la calle Burón la pensión y restaurante Casa Manolo, que 20 años después sigue perteneciendo a la familia, ahora regentada por Vidalina, por su hijo Víctor y por la nuera, Julia Villaverde.

Según señala Víctor, es una familia muy vinculada a la hostelería porque uno de sus tíos sigue con el bar de Madrid; dos primos carnales tienen sendos negocios a seis kilómetros de la villa fonsagradina y en la localidad asturiana de Boal, y su abuelo paterno también tuvo la cantina de Paradanova.

Víctor aún no tiene hijos, pero si vienen no le entusiasma la idea de que se sigan dedicando a la hostelería, porque es una profesión muy dura y una zona como A Fonsagrada no está recibiendo el suficiente apoyo para contrarrestar la pérdida de población y la decadencia económica. Asegura que, pese a tener más medios y recursos, este municipio lleva 20 años de retraso con respecto a los asturianos de Oscos y Taramundi, que viven exclusivamente del turismo.

Víctor opina que si el municipio tuviese la necesaria promoción y apoyo de la Administración, podría proponerse ampliar el negocio y contratar gente, pero en las actuales circunstancias se tienen que limitar a la familia. Durante la semana su clientela son básicamente los trabajadores de las empresas que están haciendo obras en la zona. Los fines de semana en la pensión se quedan turistas y gente que acude a comer a la villa y que opta por quedarse el sábado hasta el domingo para no tener que conducir y poder disfrutar de la gastronomía local.

Incide en que en las primeras décadas del siglo pasado el municipio tenía cerca de 20.000 habitantes y en la actualidad son 4.800, con el 40% mayores de 65 años. Todavía cuando sus padres abrieron el establecimiento, había dos ferias mensuales con una gran actividad, jornadas en las que a la hora de la comida no daban abasto. Además, dice Víctor, hoy hay mucha más competencia, con bares y un nuevo hotel de 40 habitaciones.

En lo positivo, el incremento de peregrinos, que espera que no sea una moda pasajera, y el auge del turismo gastronómico fomentado por el butelo, la carne, el pulpo y el dulce local.