Análisis | Renace la polémica sobre el viejo Hotel Miño La Diputación ganará 365.220 euros si vende la instalación que adquirió para internos del psiquiátrico de Castro, un centro donde éstos nunca llegaron a residir
01 may 2007 . Actualizado a las 07:00 h.?l viejo Hotel Miño vuelve a estar de actualidad. Lo subasta la Diputación Provincial por 942.000 euros, casi el doble de lo que pagó por él hace ahora 23 años tras una decisión política de las más polémicas de la historia reciente de Lugo. Fue adquirido para albergar marginados pero éstos jamás llegaron al mismo. Francisco Cacharro compró al ex diputado del PP, Manuel González Rodríguez-Granxeiro, las instalaciones para alojar en las mismas a enfermos con problemas mentales, pero éstos jamás llegaron a pisar las instalaciones de A Tolda. Los líos no faltaron en este hotel que en su día fue una de las instalaciones de vanguardia dentro de su género en la capital lucense. La controvertida adquisición, desempolvada no hace mucho por los anarquistas que llevaron documentación a la fiscalía aprovechando la polémica suscitada con la operación Muralla, dio para mucho, sin embargo la justicia no halló irregularidades. «Pasó por todos los tribunales habidos y por haber y acabaron por darnos la razón», explicaron ayer fuentes del actual equipo de gobierno de la Diputación Provincial. Si Cacharro logra vender el hotel en sus últimas semanas de mandato, la operación supondrá, teóricamente, unos beneficios de 365.220 euros. Algunas fuentes dijeron que no habrá ganancias porque la Diputación gastó más en rehabilitar y conservar el edificio situado muy cerca del río. El 30 de julio del año 1984, tras una sesión que duró cinco horas, el organismo provincial aprobó la adquisición del complejo hotelero. Sólo votaron a favor los hombres de Francisco Cacharro. Los socialistas, con Humberto Peña a la cabeza, desautorizaron la compra, lo mismo que hizo Coalición Galega, cuyo portavoz era Luis Cordeiro, quien años antes había ocupado el sillón de Cacharro en el palacio de San Marcos. El resultado final fue de 13-9. «El escándalo está servido», dijo el portavoz de los socialistas. Muchos eran los motivos para la polémica. En primer lugar estaba el hecho de que el diputado popular Manuel González Rodríguez-Granxeiro era el copropietario del hotel. Este miembro de la corporación había mostrado su intención de prestar la dimisión en caso de que su pertenencia al equipo de gobierno se tuviera como un caso de incompatibilidad. ¿Para qué quería Cacharro el hotel? En principio, y al margen de las especulaciones que hubo en su momento, para llevar a muchos de los pacientes del psiquiátrico de Castro. En el pleno, quien apoyó verbalmente al presidente fue el diputado Fernando Carlos Rodríguez, que tenía como misión el control del psiquiátrico. Dijo que éste estaba en una situación de hacinamiento con 500 enfermos en salas de 60 camas y sin separación de patologías. Cacharro se basó en un estudio del psiquiátrico y sus posibilidades. Estudiaron los asilos y recordó que éstos eran reacios a admitir enfermos mentales. «Visitar al psiquiátrico puede producir varias noches de insomnio. Un problema así no admite espera», señaló Cacharro. Las noches de desvelo no debieron ser muchas porque el hotel permaneció cerrado mucho tiempo y, es más, parece que en San Marcos no sabían lo que hacer con él. «En Castro, donde está el hospital, no se puede construir más, porque no se consideran convenientes las aglomeraciones de marginados. En Lugo, con mejores comunicaciones, los acogidos podrían estar más en contacto con sus familiares y en mejores condiciones porque hay habitaciones dobles y accesos para sillas de ruedas», comentó Cacharro en la polémica sesión.