Desde que en 1933 Cedrón del Valle funda la Falange lucense, su implantación social había sido muy escasa, aunque algunos dirigentes y afiliados lugueses, como los hermanos Pedrosa Latas y Mario González Zahera, tuvieron un papel relevante en la organización de la Falange Gallega. Cuando el jefe nacional Manuel Hedilla llega a Lugo el 16 de julio, este partido es una fuerza ilegal desde el pasado marzo y su principal dirigente, Jose António Primo de Rivera, está encarcelado. El ejército arma a los falangistas y éstos toman el control como un elemento más del alzamiento, su número crecerá de forma impresionante en los días siguientes, al igual que su importancia. Las organizaciones sindicales aparcan sus diferencias, que les habían llevado a enfrentamientos desde el mes de mayo y declaran la huelga general, algo totalmente imposible de llevar a la práctica sin correr el riesgo de ser encarcelado o perder la vida. La provincia en armas La localidad de Viveiro, con una fuerte implantación de organizaciones de izquierda está desguarnecida por éstas, ya que su partida hacia Lugo y A Coruña permiten a las fuerzas de seguridad y simpatizantes su control. Comienza el triste calvario de los huidos al monte y el intento de acercarse a Asturias. Monforte presenta una mayor oposición, los ferroviarios y mineros leoneses forman los principales núcleos de resistencia, pero son desbordados y la ciudad cae muy pronto. La principal preocupación de los sublevados será Ribadeo. Por su proximidad a Asturias es la puerta de entrada a Galicia de los revolucionarios asturianos, de cuya bravura y decisión son conocedores por experiencia de octubre del 1934 los militares de esta plaza. En la comunidad vecina se libró una de las batallas previas a lo que dos años después fue la Guerra Civil. Por ello, y pese a que se está luchando en otras ciudades, como Ferrol, A Coruña y Vigo, se trata de organizar columnas armadas, una vez controlada la provincia, donde Chantada está presentando también resistencia.