Las secuelas de la colonización

LUGO

PRADERO

Crónica | Desahucio en el corazón de A Chaira Un vecino de Matodoso (Castro de Rei) tuvo ayer que entregar la finca y la casa que usó durante casi veinte años, en un acto con presencia de la Guardia Civil

30 sep 2004 . Actualizado a las 07:00 h.

No todos los días se escribe la triste historia de un desahucio en una tierra colonizada a mediados de siglo pasado. El episodio vivido ayer en Matodoso (Castro de Rei) no es más que una secuela indirecta de las operaciones que el Instituto Nacional de Colonización desarrolló en el corazón de A Chaira para repartir tierra y dar casa a muchos exiliados por los embalses. El de ayer fue el último día en que Antonio Sierra pudo hacer uso durante casi dos décadas de un terreno con vivienda que fue abandonado por otro colono emigrado a Madrid. En esta propiedad le fue comunicada la resolución legal que le obligaba a desocupar el lugar que ya es propiedad de su vecino Agustín López Orol, tras ser el adjudicatario de ésta al haber participado en un concurso público al que concurrieron otras cuatro personas. Su condición de ganadero, hijo de colono y otros requisitos pesaron sobre las otras candidaturas en el año 1997. Proceso judicial Por aquel entonces, según recordaba ayer, el inicio de un proceso judicial con recurso contencioso del anterior usuario contra la Administración, le impidió hacerse cargo de la propiedad y empezar a trabajar un terreno de seis hectáreas. El tiempo y las sentencias a favor de la Xunta se pusieron de su lado y dentro de unos días ya podrá disponer de una propiedad que le fue adjudicada hace casi ocho años. Él mismo confesaba que «agora polo menos sei que será miña e que teño vinte anos por diante para pagala». En los próximos días, Agustín López recibirá el título de propiedad de la finca, una propiedad que conoce muy bien porque está próxima a la vivienda que él comparte con otros miembros de su familia. En el caso de Antonio Sierra las cosas serán muy distintas. Después de entregar ayer las llaves, ahora deberá abandonar de inmediato los terrenos que trabajó durante años -todavía ayer se podían ver 'rolos' de silo- y admitir una situación no exenta de procesos judiciales y de amenazas vecinales. Éstas volvieron a repetirse ante técnicos de la Administración y agentes de la Guardia Civil que se desplazaron hasta la finca para informar a Sierra de que disponía de un día para retirar sus aperos, el ganado y otras pertenencias. Fuentes de la Consellería de Política Agroalimentaria no aportaron datos sobre este asunto al considerar que se trataba de un asunto judicial que supervisó el Juzgado número 4 de Lugo. No es el único caso En el término de un mes, la historia se podría volver a repetir y, curiosamente, también en Matodoso.