No se limita a revisar las ideas que predominan sobre los géneros, sino que declara su filiación por los bordes, las formas fronterizas, los entrecruces de género...
16 jul 2015 . Actualizado a las 05:00 h.Por ejemplo: precisar que la Ilíada no es una novela, pero sí una historia. Que incluso en la Biblia hay datos, elementos reales. Que el aforismo es una forma de provocación. Que el microrrelato no es un formato reciente. Que la ficción actúa en todo: en el periodismo, la memoria, los recuerdos, en el ensayo, en los documentos que testifican la realidad. Que, a fin de cuentas, la Historia puede entenderse como biografía.
Hambre de realidad se inscribe en los vínculos entre creación y realidad. No se limita a revisar las ideas que predominan sobre los géneros, sino que declara su filiación por los bordes, las formas fronterizas, los entrecruces de género, el collage, los modos híbridos, el montaje, las prácticas de apropiación. Ni la literatura ni el arte existen para resolver las contradicciones.
De hecho, que el libro se haya estructurado en 618 notas de diversa extensión, por sí mismo proclama su compenetración con lo fragmentario. Cuando pensamos la realidad, pensamos en hechos que ya han ocurrido. Pensar es trabajar con la memoria. Si la memoria es siempre ficcional -vive expuesta al paso del tiempo, que la modifica de forma incesante-, todo nuestro pensamiento sería, más que personal, autobiográfico. Y toda la escritura referida a lo real, variantes más o menos acentuadas de la ficción.