La moura de Castroseiros

Manuela Sáez HISTORIADORA

SOBER

06 jun 2020 . Actualizado a las 20:19 h.

Hace unos días oí en un programa de radio nocturno que la leyenda de las mouras procedía de época visigoda y que se fue transmitiendo de boca en boca a través de los siglos. Según iban comentándolo me acordé de una «historia» que mi padre me contó en mi niñez y que reunía todas las características de estas fábulas tradicionales.

Según la narración de mi padre, el suceso había ocurrido en su aldea: Castroseiros, perteneciente a la parroquia de Neiras, del municipio de Sober, en la provincia de Lugo. La leyenda comenzaba en una «leira» que había sido de mi abuelo y es conocida con el nombre de «O Tesouro», a poca distancia de la citada aldea. A un paisano que pasaba por allí con destino a su casa, se le apareció un bella mujer que salió de la tierra -quizá de una cueva o galería subterránea-, y le ofreció un cuenco lleno de monedas de oro con la promesa de que durante el camino no se volviera a mirarla.

La curiosidad fue más grande que su compromiso y después de andar unos metros dio la vuelta y se encontró con que la bella moura o fada había desaparecido y las monedas de oro se habían convertido en piedras.

Esta leyenda es parecida a otras que se encuentran en las tradiciones de nuestra península y en otros países europeos, y tiene todas las características de las que aparecen en otras zonas: generalmente ocurrían en castros; en este caso: Castroseiros; había una «moura» que salió desde debajo de la tierra con un tesoro de oro que ofreció al joven. El topónimo del lugar donde se apareció la moura, llamado «O Tesouro», recoge, evidentemente, la creencia de que en aquel lugar había un tesoro enterrado.

Mi padre me contó años después, cuando yo comenzaba mis estudios de Historia, que allí había visto una gran piedra con una inscripción; fui con él a verla pero estaba cubierta de maleza y no pudimos despejarla: mi padre era mayor y yo no podía hacerlo. Hace unos años volví al mismo lugar con unos amigos, pero no conseguimos encontrar la piedra.

Escribo este relato para que quede constancia de esta leyenda del municipio de Sober que muy pocas personas, o quizá ninguna, conocen.