Tres únicos vendedores resisten en la plaza de abastos de Monforte

MONFORTE DE LEMOS

En año y medio se quedó sin pescadería y carnicería, y acaba de cerrar también O Colmado
24 may 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Sigue el goteo de cierres en la plaza de abastos de Monforte. La última de las dos carnicerías que llegaron a funcionar en ella, situada justo delante de la entrada, cerró el pasado otoño por una baja de su titular, que se jubilará próximamente y no tiene intención de abrirla de nuevo. En el lateral derecho, la pescadería que regentaba una empresa de Ribeira echó el cerrojo en abril del 2023, antes de que terminase la concesión municipal, mientras que hace un par de semanas hizo lo propio O Colmado, el negocio de comestibles que funcionaba a su lado. De los nueve puestos disponibles, solo están ocupados cuatro y dos se mantienen gracias a un mismo titular.
Carlos Pérez sostiene dos de los cuatro espacios comerciales que se mantienen activos en la plaza de abastos con su tienda de productos hortícolas de proximidad Terras de María Castaña. «Se non hai relevo, e non acabo de velo, isto pode pechar en tres anos», comenta sobre el mercado municipal. La parte en la que trabaja está a la vista desde la entrada la entrada a la plaza, en la planta baja del edificio. No sucede lo mismo con el lateral en el que funcionaban la pescadería y O Colmado, más estrecho que el resto de la planta y situado en su margen derecha.
A diferencia de otros edificios con estas características cuya distribución facilita un mismo nivel de visibilidad, en la reforma de la plaza de abastos de Monforte se optó por un diseño en forma de «L» que arrincona algunos de los puestos. En esa última zona, en estos momentos, no hay actividad alguna. Los vendedores de diario, por otro lado, fueron acomodados en un lateral del edificio. El espacio central se reservó para la celebración de mercados monográficos que, actualmente, no llegan ni siquiera a tener periodicidad mensual.
Multas de tráfico
Para Carlos Pérez, sin embargo, la distribución del edificio no es el peor problema con que se enfrentan. «Se estivésemos no medio —opina— penso que sucedería o mesmo». Mientras atiende al periodista, un repartidor se queja de la falta de estacionamientos mientras le entrega un paquete. Hace un par de semanas, pagó cien euros de multa por estacionar unos minutos su vehículo en una zona videovigilada en el exterior de la plaza. A más de un cliente la ha pasado lo mismo.
La instalación de pivotes apenas deja margen para aparcar en el entorno de la plaza de abastos y las contadas plazas disponibles se esfuman a primera hora de la mañana. No hay rotación porque las ocupa gente que trabaja en las tiendas de la zona. El solar que se usaba como estacionamiento gratuito está en obras, aunque hay un terreno particular en Inés de Castro que se usa como párking previo pago.
El actual alcalde propuso en el 2011 a los entonces responsables municipales —antes de que comenzase la remodelación del edificio— ubicar los puestos en el primer piso y habilitar la planta baja como estacionamiento para clientes. La propuesta cayó en saco roto y arriba funciona desde entonces el centro de día. Paradójicamente, los vehículos adaptados que trasladan a los usuarios tienen que salir marcha atrás por la calle Ricardo Quiroga porque la estrechez del tramo superior no les deja salir en el sentido autorizado de la circulación.
En el lateral de la plaza, donde antes se instalaban los puestos de frutas y verduras, se acondicionó durante la reforma del edificio el denominado «espacio gastronómico», un renovado concepto de local de hostelería llamado a promocionar los productos de proximidad de los vendedores. Está cerrado desde el 2019 y el Ayuntamiento descarta ya renovar la concesión del local.
Pollería Rogelio es el negocio decano y funciona allí desde el año 1964
Además de la tienda de productos hortícolas Terras de María Castaña, se mantienen en la plaza de abastos los puestos de Pollería Rogelio —que desarrolla allí su actividad desde 1964 regentado por dos generaciones de una misma familia— y un punto de venta de pan y empanadas de la cercana panadería Salomé. La pescadería que gestionó durante dos años una firma de Ribeira, y que cerró cuando aún le quedaban tres de contrato, pudo haber agotado la concesión de haber sido posible traspasarla directamente a una empleada que quería continuar con el negocio. Pero se hacía necesario un nuevo concurso, con el consiguiente procedimiento administrativo. Cuando se convocó, meses después, la persona interesada había encontrado otro trabajo.
La última licitación de puestos en la plaza se convocó en octubre del 2023 y salieron a subasta cuatro. En uno de los casos se trataba de renovar la concesión de uno de los puntos de venta activos y no hubo problemas. Los otros tres, sin embargo, no motivaron la presentación de oferta alguna. Entre ellos estaba el de la pescadería, una de las dos únicas de Monforte que no pertenecen a cadenas de superficies comerciales. Los precios de adjudicación oscilaban entre los 960 y los 159 euros al año, según la superficie.
Constituidos en asociación
Los vendedores de la plaza se constituyeron en el 2022 en asociación para, en colaboración con el Ayuntamiento de Monforte, desarrollar iniciativas destinadas a potenciar la venta de este tipo de productos de cercanía. Su actividad, tras los cierres que se han ido produciendo, es prácticamente testimonial.