Elba ayuda a reconstruir la historia de las antiguas poblaciones europeas

Francisco Albo
francisco albo QUIROGA / LA VOZ

FOLGOSO DO COUREL

Una réplica a tamaño natural de Elba se expone desde agosto del 2020 en el museo municipal de geología de Quiroga
Una réplica a tamaño natural de Elba se expone desde agosto del 2020 en el museo municipal de geología de Quiroga CARLOS CORTÉS

La mujer prehistórica de la sierra de O Courel, mencionada en un estudio en la revista «Science»

04 mar 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Desde finales de agosto del 2020, la réplica a tamaño natural de la mujer prehistórica conocida como Elba es uno de los principales atractivos del museo municipal de geología de Quiroga. Durante este tiempo han seguido apareciendo publicaciones científicas en las que se menciona a este personaje, cuyos restos fueron descubiertos en la cueva de Chan de Lindeiro, cerca del límite entre los municipios de Folgoso do Courel y Pedrafita do Cebreiro.

Una de las menciones más recientes aparece en un trabajo publicado en la revista estadounidense Science cuyos autores proponen un modelo de genealogía unificada para los genomas antiguos y modernos de las poblaciones humanas del Viejo Mundo. En este estudio se recogen datos de otro trabajo publicado en el 2017 por la revista científica Current Biology y firmado, entre otros investigadores, por la genetista Gloria González-Fuertes, que se encargó de la secuenciación del ADN de Elba.

Un referente consolidado

Según explica la paleontóloga Aurora Grandal, directora del Instituto Universitario de Xeoloxía de A Coruña —que llevó a cabo la investigación sobre Elba—, cada vez son más las publicaciones científicas que toman como referencia los estudios genéticos sobre esta mujer prehistórica que vivió en el Mesolítico, hace alrededor de 9.000 años. Ello se debe —añade— a que se la considera como un ejemplo representativo del genoma de la población europea de ese período de la prehistoria. La secuenciación de ADN reveló en su momento que Elba perteneció al denominado haplogrupo U —característico de las antiguas poblaciones europeas de cazadores recolectoras— y dentro de este, al subhaplotipo U5b1, cuyo origen se sitúa en la península Ibérica entre hace 16.000 y 20.000 años. «Hay que tener en cuenta que Elba es el único individuo del Mesolítico de la Península cuyo ADN se ha podido secuenciar por completo, y que se sabe con precisión la época en que vivió, por lo que ofrece mucho interés para los investigadores», apunta Grandal.

La paleontóloga señala asimismo que el genoma de Elba, que pertenece a una población autóctona de cazadores recolectores, es de gran ayuda para realizar comparaciones con otros grupos que se mezclaron genéticamente con los inmigrantes llegados de Oriente Medio que introdujeron en el continente la civilización neolítica, es decir, la agricultura y el pastoreo.

En la cuenca del Danubio

En el trabajo publicado en la revista Current Biology se efectúan comparaciones entre la herencia genética de Elba, la de otros individuos prehistóricos cuyos restos se hallaron en la cueva asturiana de Los Canes y la de varios grupos humanos representados en yacimientos de la cuenca del Danubio, en el territorio de la actual Rumanía. «En los análisis de ADN se vio que los pobladores de la cuenca del Danubio se mezclaron con grupos procedentes de Anatolia [en Turquía] y que por lo tanto su genoma presenta muchas diferencias con el de Elba, que corresponde a una población que no se había mezclado aún con otras de fuera de Europa», explica Grandal.

Este estudio, dice asimismo Grandal, ha sido citado en numerosas publicaciones científicas además de la que acaba de aparecer en la revista Science. «Elba se ha situado entre los referentes más notables para los genetistas que estudian las antiguas poblaciones de Europa y seguirá siendo citada en otras investigaciones», agrega.

Antiguos habitantes del área cantábrica que se expandieron por Europa

Según los investigadores, Elba sería una muestra representativa de una antigua población de cazadores recolectores que vivió en el área cantábrica y el suroeste de Francia y por lo tanto, de los grupos humanos que salieron de este territorio cuando terminó la última glaciación para recolonizar diversas regiones del centro y del este de Europa que fueron quedando libres de los hielos.

Los estudios realizadas sobre sus restos indican que la mujer medía 1,53 metros de estatura y que pesaba 56 kilos en el momento de su muerte. La investigación también reveló que Elba padecía varias patologías atribuibles a un trabajo físico muy duro desde una edad temprana.

Piel oscura

El análisis genético puso asimismo de manifiesto que Elba era de piel oscura, un rasgo que se ha detectado también en otra santiguas poblaciones peninsulares y europeas, como es el caso del llamado hombre de La Braña, cuyos restos se descubrieron en el 2006 en una cueva del municipio leonés de Valdelugueros. Cuando se realizó la primera reconstrucción del rostro de Elba aún no se conocía todo su genoma y no se sabía que tenía la piel oscura, por lo que fue representada con tez blanca. Este aspecto fue corregido en la segunda reconstrucción, que es la que puede verse ahora en el museo de Quiroga. Otro detalle descubierto en la investigación es que Elba sufría intolerancia a la lactosa.