Diversión como la de hace cincuenta años

Aris gonzález MONFORTE / LA VOZ

BÓVEDA

Un grupo de mujeres recrea el trabajo con lana.
Un grupo de mujeres recrea el trabajo con lana. ROI FERNÁNDEZ< / span>

Rubián acogió de nuevo esta feria que recupera la esencia del siglo pasado

15 jul 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Desde hace trece años, en Rubián los 14 de julio se celebran viajando al pasado. Coincidiendo con una de las ferias mensuales, esta localidad del Ayuntamiento de Bóveda se llena de artesanía, gastronomía y de productos antiguos. La Feira Tradicional Outrora recupera la esencia de los mercados de principios del siglo XX en pleno verano. Allí se dan cita locales, visitantes y diferentes puestos tradicionales venidos de diferentes puntos de la geografía gallega. Este año, a pesar de que el sol pegó con fuerza y de que los termómeros superaron los treinta grados, la feria estaba llena de gente.

Sesenta puestos de venta se colocaron alalrededor de las inmediaciones de la capilla de Rubián. Herreros, canteros, alfareros, afiladores... quiseron representar cómo se trabajaba a comienzos del siglo pasado. El ambiente realmente llevaba a uno a aquellos años. La decoración, la ropa o la música estaban milimétricamente preparadas para viajar en el tiempo. Y no sólo los que representaban los oficios llevaban ropas históricas. El alcalde de Bóveda, José Manuel Arias, y miembros de la organización de la feria también quisieron recuperar el ambiente de aquella época.

Mayores, niños e incluso turistas acudieron a Outrora. «Vinimos atraídos por la tradición y por el buen ambiente. Nos gustan mucho este tipo de ferias», cuenta una pareja venida desde El Bierzo. Pero no sólo hay puestos para comprar ni exhibiciones de oficios. La gastronomía también tiene su hueco. «A comida aquí nunca falla», dice uno de los asistentes. Queso, pan, embutidos, miel... hay para todos los gustos. Incluso se puede ver a gente escanciado sidra.

Y a la hora de comer todos disfrutaron de unas buenas raciones de pulpo resguardándose del sol bajo las carpas que la organización colocó destrás de la capilla..

Premio a la bici más antigua

Al mediodía fue cuanta mayor concentración de gente hubo. Además, este año una de las novedades fue la exhibición y concentración de bicicletas antigüas. Con más de veinticinco bicis inscritas, la organización lo califica como un «éxito de convocatoria». El jurado, constituído por miembros de la Asociación Nacional de Bicis Antiguas y Clásicas entregó dos premios. Uno para la bici más antigua y clásica y otro a la más antigua y curiosa. Sin embargo, tambien la organización quiso dar un pequeño detalle para todos los participantes. Su presidente, Juan Granados, quiso destacar «o valor das donacións dos veciños, do que teñen na casa» y desea «repetir xa para o ano que ven».

Los niños también pudieron disfrutar de esta feria tan especial durante la tarde. A las cuatro, hubo tres talleres infantiles. De títeres, de instrumentos musicales y de scrapbooking, una técnica que consiste en personalizar cuadernos de recuerdos y con recortes. Después hubo tiempo para la magia y para la fiesta de la espuma.

Degustaciones gastronómicas

Otras de las actividades consistieron en tiro con arco, actuaciones musicales, degustaciones gastronómicas, como la de isco no guizo, y la esperada recreación etnográfica de la malla. «Nós vimos todos os anos e o mellor é o da malla», expresó uno de los espectadores.

Otra de las novedades fue la proyección de la película documental A última viaxe do afiador. A las ocho de la tarde y en la capilla del Divino Ecce Homo, se exhibió este documental finalista de los premios Mestre Mateo. Este narra el viaje de los ourensanos que tras la Guerra Civil emigraron llevando consigo la rueda de afilar.

Outrora se despide otro año más rodeada de tradición, artesanía, sol y calor y diversión para todos los públicos.