«Es mi mujer, pero no hay forma de que me dejen vivir con ella»

Carlos Cortés
carlos cortés MONFORTE / LA VOZ

LEMOS

El Gobierno impide viajar a España a la esposa de un monfortino

24 feb 2019 . Actualizado a las 09:46 h.

El océano Atlántico los separa, pero no tanto como las restrictivas leyes españolas de inmigración. José Antonio Maceda y Guillermina Piantini se casaron en la República Dominicana en noviembre del 2017. Ella quiere volar a España para vivir con él en Monforte, pero en este año y medio no han conseguido que el Ministerio de Justicia reconozca el matrimonio y le dé permiso para viajar y establecerse aquí.

«Es mi mujer, pero parece que no hay forma de que me dejen vivir con ella», se lamenta José Antonio Maceda. Este camionero monfortino de 46 años conoció a su actual esposa, de 43, en febrero del 2014 a través de Facebook. Pocos meses después empezaron una relación a distancia que duró aproximadamente tres años, hasta que en el 2017 decidieron dar un paso más. En octubre de aquel año él voló por primera vez a la República Dominicana y pasaron unos días viviendo juntos en la casa de ella en la localidad de El Seibo. En noviembre él volvió, fueron a Santo Domingo y se casaron, rodeados de familiares de ella.

Los dos pensaban que el matrimonio le abriría a ella las puertas para instalarse de forma legal en España y así poder vivir juntos, pero se equivocaban. Efectivamente, estar casado con un español es una de las posibilidades que tiene un extranjero para conseguir un permiso de residencia, pero para obtenerlo el Ministerio de Justicia español tiene que reconocer el matrimonio como legal. En este caso, ese reconocimiento tiene que ratificarlo el consulado de España en Santo Domingo, que en junio del 2018 resolvió rechazar la solicitud.

Al cónsul que firma la resolución le parece que a José Antonio y Guillermina les falta tiempo de convivencia y no demuestran tener «un proyecto de vida en común». En resumen, le parece que el suyo es un matrimonio de conveniencia. ¿Para qué conveniencia? El cónsul admite no saberlo, pero asegura imaginar que es una operación maquinada para facilitarle a ella la ciudadanía española.

José Antonio y su mujer están a la espera de que el Ministerio de Justicia resuelva el recurso que presentó contra la decisión del consulado. Como pruebas aporta además del certificado dominicano de matrimonio los trece envíos postales realizados por él a su esposa entre el 2015 y el 2018, con dinero, un teléfono móvil y otros objetos de consumo y fotografías de los familiares dominicanos de Guillermina que acudieron como invitados a la boda.

Y mientras esperan respuesta, ella trata de tranquilizarlo, porque la paciencia de él se agota. No hay un plazo para que el ministerio responda a su recurso. «Los llamo -cuenta- y me dicen que lo mismo pueden tardar dos meses que dos años, o lo que sea». Él lleva dieciocho años divorciado y no tiene hijos, pero quiere tenerlos con Guillermina. «No me sobra el tiempo», se queja.