El último grito en control de aparcamientos

La Voz

LEMOS

15 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Entre finales de los años 80 y principios de los 90 se generalizó la implantación del aparcamiento de pago en las calles del centro de las ciudades. Se suponía que no eran un invento de los ayuntamientos para recaudar, sino un método para facilitar el aparcamiento en zonas saturadas de tráfico mediante el método de reducir el tiempo que los coches permanecían estacionados. Las denominadas zonas ORA desterraron otros métodos empleados hasta entonces... como el de los discos de limitación temporal de aparcamientos el que el Ayuntamiento de Monforte se disponía a estrenar a aplicar a principios de 1992.

En la segunda semana de febrero, el alcalde Celestino Torres emitía un bando que anunciaba la entrada en vigor del nuevo sistema. Los conductores que quisiesen aparcar en el centro tenían que dejar visible en sus coches un disco en el que debían marcar la hora a la que habían estacionado. La Policía Local multaría a los que permaneciesen más tiempo del autorizado. La limitación afectaba a las calles Cardenal, avenida de Galicia, Roberto Baamonde, Doctor Teijeiro, Inés de Castro y plaza de España.

La implantación de este sistema resultó accidentada incluso antes de entrar en vigor. Para empezar, el Ayuntamiento tuvo que recolocar las señales verticales que indicaban las zonas con limitación, después de que el entonces concejal del PSE-Esquerda Galega, Manuel López Martínez, denunciase que eran peligrosas para los peatones porque había sido instaladas a muy poca altura.

Después llegaron las críticas por la escasa señalización, que hacía que muchos automovilistas simplemente ni se enterasen de que había limitación de tiempo para aparcar. Y más adelante los problemas para hacerse con uno de los discos que todo conductor debía llevar en su coche. El primer lote se agotó enseguida y el Ayuntamiento tuvo que recurrir al reparto gratuito a través de entidades bancarias y concesionarios de coches.

El sistema no funcionó. Acabó desbordado por el hastío de los conductores y la falta de personal de la Policía Local para hacerlo cumplir. Fue el primero, y por ahora único, intento de regular la duración del estacionamiento de vehículos en el centro de Monforte.