La Vuelta a España atravesó ayer la Ribeira Sacra, y a su paso por Monforte despertó una gran expectación. Las aceras de las calles Ourense, Chantada, ronda Emilia Casas, Doctor Casares y Morín vistieron sus mejores galas para animar a unos ciclistas que entraron en la ciudad del Cabe al filo de la una y media del mediodía.
Todas las miradas estaban pendientes de la presencia de Alberto Contador, que a su paso por Monforte -eran las dos menos cuarto- lo hizo capitaneando un segundo pelotón al que precedió un pequeño grupo de cuatro ciclistas que iban escapados. La presencia del corredor madrileño hizo que se dispararan los flashes de las cámaras.
Los aires de la Ribeira Sacra le sentaron bien a Contador, que prácticamente dejó sentenciada La Vuelta al ganar en el puerto de Os Ancares. El madrileño no dejó nada al azar, y se pegó a la rueda de su máximo rival, Froome, que intentó varias escapadas, que enseguida fueron neutralizadas por el madrileño, que inicialmente no llegaba en sus mejore condiciones a esta 69 edición de la prueba.
Un importante dispositivo
El numeroso público que pobló las calles de Monforte se sorprendió del gran dispositivo que lleva implícita una prueba de estas características. En cabeza, varios motoristas de la Guardia Civil de Tráfico iban abriendo paso, al tiempo que colocaban unas cintas para marcar el recorrido y evitar que el público accediera a la vía pública. Al pasar todos los ciclistas, una furgoneta recogía todos los materiales utilizados precisamente para esto.
Entre el público también había algún despistado que no sabía realmente a qué se debía tanta movilización, mientras que otros preguntaban cuántos ciclistas monfortinos participaban en esta prueba ciclista. El tráfico por las calles por las que discurrió esta etapa de La Vuelta a España se mantuvo cerrado entre la una y media y las dos y cuarto de la tarde. Participó activamente la Policía Municipal y los funcionarios del cuerpo de Servizos á Cidadanía. Las cafeterías situadas en el circuito estuvieron a tope de clientes.