Álvaro Gil Varela (Lugo, 1905-Madrid, 1980, enterrado en Lugo) fue un ingeniero técnico de montes que consiguió una beca de ampliación de estudios en Alemania, sobre genética animal. Al volver le destinaron como funcionario a las instalaciones agrarias de Lourizán, en Pontevedra, en donde entró en contacto con el partido galleguista de Castelao y sus círculos. Estas amistades le pasaron receta al estallar la Guerra Civil y fue encarcelado en la isla de San Simón. Al salir le expedientaron y le dejaron sin su plaza, lo cual fue una suerte porque entró en la empresa privada de la mano de los Fernández, de Lugo, y a partir de entonces creció como empresario. Formó parte de los consejos de administración de Antibióticos, Pescanova, Cementos del Noroeste... Fue vicepresidente de la fundación Penzol, medalla de plata de plata del Ayuntamiento de Lugo y se volcó con pasión en el arte, hasta el punto de que compró y donó junto a los hermanos de Antón de Marcos las fincas sobre las que se hizo la ampliación del museo de Lugo. Además, depositó allí numerosas pinturas y la colección de piezas de oro de los torques o el carnero alado, una colección que entonces -1974- se valoraba en unos 50 millones de pesetas, aunque no estaba tasada pericialmente. Dicha colección se llevó al museo de Dublín para una exposición monográfica y luego se blindó el museo de Lugo, para guardarla con seguridad. Álvaro Gil también ayudó al museo de Pontevedra, en el que depositó algún Castelao, Sorolla o Asorey.
De su matrimonio con Antonia Arias tuvo una única hija y heredera, Antonia Gil Arias, que se casó con Carlos López Castellani y le dio nueve nietos, los cuales son los herederos junto a su madre y por ello presentaron la demanda judicial. Viven casi todos en Madrid aunque tienen propiedades en Lugo.