De Erasmus en el paraíso

La Voz

LEMOS

Testimonio | Una alumna de Turismo relata su experiencia en Isla Reunión ¿DÓNDE? Las becas de intercambio permiten a los universitarios conocer otros países europeos. O rincones exóticos, como este territorio francés que salpica el Océano Índico

18 mar 2006 . Actualizado a las 06:00 h.

Me llamo Lara Pereira, soy alumna de Turismo del campus de Ourense y estoy en Isla Reunión con una beca de intercambio Erasmus. Esta es una isla de extremos -oscila entre el paraíso y la miseria- y es difícil no tocarlos después de más de cinco meses. Estoy viviendo una experiencia inigualable y enormemente enriquecedora. Todavía no puedo creer que me haya tocado vivir algo así. Realmente, es una de las mejores experiencias de mi vida y ha hecho cambiar parte de mí. Estar aquí supone poder mirar desde otro punto de vista, divisar el tercer mundo y, a la vez, una isla que sufre cambios hacia la occidentalización: un progreso difícil de estabilizar debido a la incultura y el desequilibrio laboral. Como producto turístico, Reunión es perfecta. En este sentido, estoy muy contenta porque tengo un producto a analizar que propone muchas posibilidades y muy diversas. Sin embargo, su promoción no es buena: es un destino turístico apenas conocido en Europa. En este sentido es posible que nosotras (yo y mi compañera, Rita) podamos mejorar esto porque el comité de turismo nos ha admitido para hacer prácticas. No tienen ninguna información en español: es normal, teniendo en cuenta la escasez de turistas de procedencia hispana. Voy a proponerles un proyecto de acercamiento del producto turístico de Reunión al mercado de los países de habla hispana. Estoy segura de que así podré aprender mucho más todavía y mejorar profesionalmente. El curso ha sido muy duro. Nuestro escaso conocimiento de la lengua y lo lejos que estamos de casa hizo mella en nosotras pero al final nos hizo más fuertes. No fue difícil aprender a comunicarme en francés. Siempre ha sido una lengua que he amado y por la cual ha tenido mucho interés. Ha sido ese interés el que me ha traído aquí: cuando solicité este destino no tenía ni idea de dónde estaba la isla. Sólo tenía claro que quería mejorar mi francés. Aún así, fue un poco drástico comenzar en una clase en la que no se habla otra cosa que francés. Quizás comprender ha sido más duro que hablar. Las asignaturas que tuvimos el primer cuatrimestre fueron muchas y duras... y llegamos con casi un mes de retraso, con lo cual todo eran dificultades y nada pintaba bien. Pero finalmente nos hicimos con el aprobado que nadie esperaba. El hecho de que la asistencia sea obligatoria ha sido un cambio considerable y nos ha llevado por el camino más rápido del aprendizaje continuo. Al final, estamos tan sumergidas en la lengua que hablar español se hace difícil. Una buena señal. Desde el primer día obtuvimos una popularidad que nunca nos ha perjudicado: la gente aquí adora a los españoles. Nuestra escuela está en la capital y nosotros vivimos en un barrio que está a 50 minutos a pie, 25 minutos en autobús. Estamos muy contentas en la residencia universitaria porque hay un montón de erasmus (de Alemania, Suiza, Inglaterra, Austria, Italia, Bélgica, Rumanía...) y estudiantes de Canadá, Mauricio, Madagascar... El flujo cultural es impresionante y trato de aprovechar la oportunidad de hacer actividades con gente de distintas nacionalidades porque es verdaderamente enriquecedor. Lo bueno es que después de esta aventura tendré amigos por todo el continente y, un poco, por el mundo. ¡Así que me saldrá más barato viajar porque no tendré que pagar alojamiento! En el tiempo que llevamos aquí hemos pasado por una falsa alarma de gripe aviar, varios ciclones y una enfermedad llamada chicungunha, de la cual es difícil escapar. Por el momento no la hemos pasado, pero en el caso de que ocurra tampoco es tan grave: la mortalidad se da en casos extremos, de personas con condiciones físicas muy débiles, demasiado jóvenes o demasiado ancianos.