Jordan Bardella, el delfín precoz de Le Pen

Asunción Serena PARÍS / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

Jordan Bardella, candidato a primer ministro de la ultraderecha.
Jordan Bardella, candidato a primer ministro de la ultraderecha. CHRISTOPHE PETIT TESSON | EFE

Hijo de inmigrantes italianos criado en el barrio parisino de Saint-Denis, quedó fascinado por Marine Le Pen en el 2012 y se afilió al partido siendo menor

30 jun 2024 . Actualizado a las 22:17 h.

La historia de Jordan Bardella (Drancy, 1995) comienza en Saint-Denis, distrito donde conviven personas de 135 nacionalidades. Es hijo de inmigrantes italianos. Sus padres se separaron cuando tenía poco más de un año. Terminó el bachillerato con buenas notas y dio cursos de alfabetización a inmigrantes durante dos años. La política le ha dado todo. En el 2012 quedó fascinado por la figura de Marine Le Pen que acababa de asumir la presidencia del Frente Nacional (FN), hoy Agrupación Nacional (RN). «Tiene una energía, una franqueza, una honestidad y una valentía que me hablan», explicó a la revista M Le Monde en el 2021. Decidió afiliarse al partido pero antes tuvo que convencer a su madre porque al ser menor necesitaba que se lo autorizase legalmente. 

Toda su vida ha estado consagrada al RN, salvo el trabajo de unos meses de verano en el negocio de máquinas distribuidoras de bebidas de su padre. En el 2015, con 20 años, ganó las primeras elecciones como consejero en la región parisina y abandonó sus estudios de Geografía en la Sorbona sin haber obtenido el título.

Dos años más tarde, Marine Le Pen le nombró portavoz del Frente Nacional. El hecho de mantener una relación con una sobrina de Le Pen, le han valido acusaciones de favoritismo.

Según Pierre-Stéphane Fort, autor del libro Le grand remplaçant: la face cachée de Jordan Bardella (El gran sustituto: la cara oculta de Jordan Bardella), el nuevo presidente del RN es fruto de una estrategia inventada por Marine Le Pen, que apostó por el storytelling (el arte de contar historias) de un «joven de barrio modesto», que triunfa en las redes sociales con 1,7 millones de seguidores en su cuenta TikTok, para contrarrestar la imagen de «cincuentona abogada y heredera». 

En el 2019 se convirtió en el eurodiputado más joven de los últimos 40 años, y su carrera dio un paso definitivo en noviembre del 2022 al ser elegido presidente de RN con el 85 % de votos de los afiliados.

El primer ministro Gabriel Attal.
El primer ministro Gabriel Attal. ARNAUD FINISTRE / POOL | EFE

Gabriel Attal, el joven prodigio

Gabriel Attal (Clamart, 1989) es un chico prodigio de la política francesa, hasta hoy el primer ministro más joven de Francia. Durante sus estudios de Ciencias Políticas comenzó a militar en el Partido Socialista apoyando la candidatura de Ségolène Royal a la presidencia en el 2007, aunque su carrera meteórica despegó de la mano de Emmanuel Macron, desde que entró en la Asamblea como diputado de La República en Marcha hasta llegar a jefe de Gobierno en solo siete años.

Sus dotes para la oratoria y su sentido de la réplica le valieron el nombramiento como portavoz del Gobierno en 2020. A su paso por el Ministerio de Economía, como viceministro de Cuentas Públicas, dejó su impronta con un plan contra el fraude «de los de arriba» (la evasión fiscal) y «de los de abajo» (sobre las prestaciones sociales indebidas). Pero la primera gran sorpresa llegó en julio del 2023 cuando fue nombrado ministro de Educación, para suceder a Pap Ndiaye, acusado por sus enemigos de radical. A su lado, Attal causó sensación al prohibir el uso de la abaya en los colegios, experimentar el uso del uniforme en los colegios y prometer la lucha firme contra el acoso escolar.

Gracias a la firmeza de sus decisiones y a sus aires de eterno adolescente, en seis meses, la popularidad de Attal se disparó. Los esfuerzos de sus detractores por subrayar sus orígenes burgueses y parisinos fueron inútiles. Cuando Emmanuel Macron decidió sustituir a su primera ministra Élisabeth Borne, que había puesto por obra el programa presidencial a pesar de las protestas en la calle y la viva oposición de los diputados en la Asamblea Nacional, el nombre de Attal se impuso.

Pero si el ascenso fue fulgurante, la caída ha sido aún más rápida. Macron le cortó las alas al anunciar la convocatoria electoral. Y, salvo milagro, va a pasar de ser el primer ministro más joven de la República, a uno de los más efímeros.

Françoise Hollande, candidato a diputado en el de Corrèze.
Françoise Hollande, candidato a diputado en el de Corrèze. Stephanie Lecocq | REUTERS

Françoise Hollande, el veterano que regresa para  vengarse

François Hollande nunca pensó que su vida política estuviera acabada, a pesar de que ya ha alcanzado la edad de la jubilación a sus 70 años. La disolución de la Asamblea por Macron le ha ofrecido la oportunidad de regresar. Tiene el carné del Partido Socialista desde 1979 y ha dirigido la formación durante once años. Sucedió a Nicolas Sarkozy como presidente de la República francesa entre el 2012 y el 2017 prometiendo que su enemigo sería «el mundo de las finanzas», aunque pronto renunció a sus promesas provocando el descontento de sus electores. Durante este período se aprobó la ley del matrimonio entre personas del mismo sexo y tuvieron lugar los atentados islamistas más sanguinarios que haya vivido Francia.

En dos ocasiones, personas de su entorno le impidieron acceder por segunda vez a la máxima representación del Estado. La primera fue en el 2007 cuando la mujer con la que compartía su vida en unión libre desde hacía más de 20 años y madre de sus cuatro hijos, Ségolène Royal, decidió presentarse a las primarias del Partido Socialista, obligándole a quedarse en un segundo plano. La segunda, en el 2017, cuando uno de sus consejeros, al que nadie conocía antes de que él le reclutara como consejero en el Elíseo, ejecutó una operación maestra aprovechándose de la impopularidad de Hollande para presentarse a las elecciones presidenciales y ganarlas: Emmanuel Macron.

Ahora quiere tomarse la revancha y se ha presentado bajo los colores del Nuevo Frente Popular, aunque él dice que lo hace por la necesidad de impedir que la extrema derecha llegue al poder. Por lo pronto, pasa en cabeza a la segunda vuela (37,63 %) en la circunscripción de Corrèze.

Durante su mandato presidencial los franceses descubrieron que François Hollande no era el hombre simpático y de apariencia bonachona que se había forjado durante la campaña presidencial. Descubrieron a un hombre calculador. Pero Hollande sabe que los electores tienen poca memoria y vuelve a conectar con ellos a base de apretones de manos y bromas.