Bélgica asume la presidencia europea con el reto de Ucrania, la seguridad y el clima
INTERNACIONAL
Por delante tiene como objetivo cerrar asuntos claves antes de las elecciones a la Eurocámara del próximo junio
01 ene 2024 . Actualizado a las 21:19 h.Bélgica toma el relevo de España al asumir este sábado la presidencia rotatoria de la Unión Europea. En su semestre de gestión tiene por delante el reto de cerrar asuntos claves antes de las elecciones europeas de junio, unos comicios que coincidirán con las elecciones legislativas y locales belgas. Sus desafíos pasan por «cumplir» con los ciudadanos comunitarios porque «a menudo es en los momentos más difíciles cuando se han dado los mayores avances», dijo el primer ministro belga, Alexander De Croo, en la presentación de su programa.
Bélgica parte con el objetivo de «proteger» a los ciudadanos, «fortalecer» la economía y preparar a los Veintisiete para un «futuro compartido», según expuso. Pero en el corto plazo, tiene por delante una guerra estancada en Ucrania, la principal amenaza a la que ha de enfrentarse el Viejo Continente, con las ayudas militares estadounidenses congeladas. Por ello, De Croo asumió que durante estos seis meses habrá que «brindar apoyo político, económico, militar, humanitario y legal inquebrantable» a Kiev. Y no solo eso, sino además avanzar en la futura adhesión a la UE de los países candidatos.
No es un desafío fácil. Los líderes de la Unión se reunirán de forma extraordinaria el 1 de febrero para tratar de desbloquear el paquete de 50.000 millones de euros, según pudo recoger Efe de una rueda de prensa del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel. El obstáculo principal será conseguir la unanimidad a fin de establecer una ayuda financiera sostenida para Kiev que en estos momentos bloquea el primer ministro húngaro, Viktor Orbán.
Seguridad y agenda verde
Tras haber alcanzado el Pacto Migratorio, varios de los países miembros de la UE buscan ahora «blindarse» en materia de seguridad bajo el pretexto de que los migrantes generan violencia, como es el caso de Italia y Hungría. Por ello, se trabajará «para reforzar la dimensión exterior de la migración y el asilo, especialmente colaborando estrechamente con los socios africanos. Además, se prestará especial atención a la lucha contra la delincuencia organizada, la prevención y la lucha contra el terrorismo y el extremismo violento».
La guerra en Gaza además ha recordado a la UE la importancia de enfrentar las amenazas «asimétricas y transnacionales», como expone el programa, por lo que se espera que se aborde el tema en algún momento de la presidencia belga.
De Croo también insistió en la necesidad de continuar los progresos de España en cuanto al avance en la consecución de una Europa más verde. «La UE debe aprovechar plenamente su potencial de eficiencia energética en toda la economía y avanzar rápidamente en el desarrollo de fuentes y vectores energéticos renovables y con bajas emisiones de carbono», apunta el programa. Además, la emancipación de la dependencia del gas ruso, aún sin concluir, tendrá que resolverse.
Además, la presidencia del Gobierno belga «dedicará sus esfuerzos a consolidar el pilar europeo de derechos sociales, estableciendo una agenda social sólida» para el período del 2024 al 2029.
Todos estos desafíos se verán influenciados por la poca autonomía legislativa que podrá impulsar De Croo por el atasco de expedientes que quedan por rubricar en Bruselas. «Nos esperan más o menos unos 150, así que realmente tendremos una agenda grande. Pero en Bélgica tenemos la costumbre de poder hacer muchas cosas en un espacio de tiempo reducido», dijo. Una de las tareas más urgentes será negociar con el Parlamento Europeo el texto definitivo de las reglas fiscales.
Bélgica heredará un tema estancado de interés para España: la oficialidad del catalán, el euskera y el gallego en la UE. Queda por discernir el coste y el posible «efecto llamada» a otras lenguas minoritarias europeas.
Alexander De Croo, el pactista que busca unir a la UE
«En lugar de quedarte al margen, lánzate. Pero por piedad, deja de quejarte». Con esas palabras incitó un amigo a Alexander de Croo en el 2009 a adentrarse en la política. Once años más tarde, el liberal «tranquilo» y «que cae bien a todos» se convirtió en primer ministro de Bélgica. Ahora le toca asumir la presidencia de turno europea con un pedigrí que avala su capacidad de lograr acuerdos.
De Croo tiene 47 años y es natural de la localidad flamenca de Brakel. Su padre, Herman, fue diputado durante 52 años, presidente del Parlamento belga y ministro en varias ocasiones. Sin embargo, no siguió la tradición familiar de estudiar Derecho, sino Administración de Empresas, trayectoria que remató con un prestigioso máster en Chicago y la fundación de una exitosa empresa de propiedad intelectual. De su madre, abogada dedicada a litigar en divorcios, aprendió sobre la emancipación de la mujer y la lucha por la independencia económica y vital de los matrimonios «cárcel».
Los desafíos que De Croo tiene por delante van a pasar por poner de acuerdo a los Veintisiete. Algo que no es fácil dada la obcecación de los Gobiernos ultraconservadores europeos en bloquear planes esenciales para Europa.
Sin embargo, el primer ministro belga tiene mano experta a la hora de concertar pactos. Para iniciar su mandato, tuvo que poner de acuerdo a cuatro corrientes políticas —liberales, socialistas, ecologistas y a los democristianos— representadas en siete partidos diferentes. Además, las relaciones con Bruselas se esperan muy positivas, ya que también fue viceprimer ministro del actual presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, cuando gobernaba Bélgica.
De Croo sobrevivió a un accidente de moto, la caída de un caballo y un viaje a la zona rebelde en el sur de Sudán. Ahora, le tocará sobrevivir a los desafíos europeos. «Se ganó una reputación sólida de gestor. Se hizo popular por su decencia. Es sobrio y fiable. Esa ha sido su fuerza, por eso ha sobrevivido. No brilla, pero siempre está ahí», dijo de él un compañero de filas.