Centenares de miles de civiles huyen de la guerra hacia los países vecinos

A. Ybarra YITOMIR / COLPISA

INTERNACIONAL

Civiles se refugrian en el sótano de una escuela de Kiev para pasar la noche.
Civiles se refugrian en el sótano de una escuela de Kiev para pasar la noche. SERGEY DOLZHENKO | Efe

La población de Kiev que veía la guerra como algo lejano se enfrentan  a la crudeza de una ofensiva bélica

24 feb 2022 . Actualizado a las 23:03 h.

Cinco de la mañana, 24 de febrero del 2022. El ruido de explosiones en la lejanía despierta a Kiev. Los teléfonos móviles comienzan a sonar. Los mensajes de wasap no paran de llegar. Tocan la puerta de la habitación «Nos están atacando». Todavía no ha amanecido. En las calles algunos milenians aún siguen de fiesta en los bares clandestinos del centro de la noche capitalina. No saben lo que está ocurriendo, todavía se hacen selfis y juegan a ser el influecer de moda. Los primeros impactos en la capital golpean instalaciones militares, un aeropuerto militar y el aeropuerto internacional Borispil. 

Poco a poco miles de coches van apareciendo por las calles de Kiev, todos ellos cargados de maletas en una misma dirección, la autopista M06 que conecta Kiev con la frontera polaca. En apenas treinta minutos la confluencia de coches convierte esta gran vía en una marea humana.

La población de Kiev que hasta las cinco de la mañana veía la guerra como algo lejano del este del país y ajeno al día a día de sus vidas se enfrentaba ahora a la cruda realidad de que su ciudad estaba siendo atacada y ya no era un lugar seguro. 

Colas en las gasolineras

«Ya no existe ningún sitio seguro en Ucrania» dice Anna mientras que espera su turno en una de las abarrotadas gasolineras de la autopista. Todo el mundo quiere llenar los depósitos de sus coches.

Compran agua, los pocos víveres que aún quedan en las estanterías de las gasolineras y los que han sido más previsores llevan bidones vacíos para asegurarse que llegan a la frontera. No solo esta autopista está colapsada. Grandes colas de coches circulan también por las carreteras secundarias del país para evitar quedarse bloqueados. En su recorrido pasan por poblaciones pequeñas, en las que en su mayoría los comercios están cerrados.

La gente se afana en sacar dinero de los cajeros para poder comprar algo de comida y poder así pasar los próximos días. Vitali tiene 60 años. Hace cola en un cajero de la ciudad de Yitomir. Asegura que no está preocupado y dice que «nuestros chicos defenderán bien nuestra tierra y las tropas de Rusia regresarán derrotadas».

Miedo palpable

En el horizonte de Yytomir una columna de humo negro mantiene en vilo a la población local. Está localizada en el municipio de Ozerne, apenas a unos kilómetros del centro de la ciudad. «Dos grandes explosiones retumbaron a primera hora por toda la ciudad», dice Vladimir. Fuentes oficiales lo confirman. Varios proyectiles lanzados por la aviación rusa han impactado en el aeródromo militar que alberga este pequeño municipio. No han habidos heridos, pero la columna de humo es visible a varios kilómetros a la redonda y el miedo es palpable entre la población local.

Yitomir es una ciudad estratégica en la que confluyen varias rutas. Hacia el norte por la carretera P28 se llega a Korosten, la capital administrativa de la región de Yitomir Oblast. El tráfico es lento en sentido sur. Hacia el norte numerosos camiones militares conducen rumbo a la frontera. Varios reportes confirman que varias columnas rusas han entrado en territorio ucraniano por ese lado de la frontera, aunque la ciudad por el momento se mantiene tranquila. Mientras avanzan las horas, cada vez se ven más hombres vestidos con uniformes militares. Son voluntarios y reservistas que se alistan como voluntarios para defender su tierra. Quedan pocas horas para que anochezca y la población civil se acuesta bajo la ley marcial impuesta en todo el país.