Los conservadores alemanes caen en picado en las encuestas

Juan Carlos Barrena BERLÍN / COLPISA

INTERNACIONAL

El presidente de la Unión Cristianodemócrata, Armin Laschet, durante una visita en Stolberg, Alemania, tras las riadas que afectaron a la localidad
El presidente de la Unión Cristianodemócrata, Armin Laschet, durante una visita en Stolberg, Alemania, tras las riadas que afectaron a la localidad LEON KUEGELER

Los sondeos electorales auguran que la Unión Cristianodemócrata obtendrá un 23% de los votos, diez puntos menos que en los comicios del 2017

11 ago 2021 . Actualizado a las 18:55 h.

Peor no podía desarrollarse la precampaña de los comicios generales de septiembre para los conservadores alemanes y su criticado candidato a la Cancillería Federal, el primer ministro de Renania del Norte-Westfalia y presidente de la Unión Cristianodemócrata (CDU, por sus siglas en alemán), Armin Laschet.

Los negros augurios de los distintos sondeos electorales culminaron este miércoles con la encuesta del instituto demoscópico Forsa y el barómetro de tendencias que elabora semanalmente para las cadenas de televisión RTL y N-TV, que sitúa a los partidos de la Unión, la CDU y sus hermanos socialcristianos de Baviera ante el peor resultado potencial en la historia de la República Federal.

El sondeo adjudica a los conservadores tan solo un 23% de votos, tres puntos menos que la semana pasada y casi diez menos que en las elecciones del 2017, y da alas a Los Verdes con un 20%. Los socialdemócratas obtienen un 19%, recortando distancias y acercándose a su principal rival peligrosamente.

Los liberales suben hasta un 12%, mientras un 7% daría su voto a la Izquierda y un 10% a los ultranacionalistas de Alternativa para Alemania (AfD).

Con un voto tan fraccionado como nunca en el país, una coalición de gobierno entre dos formaciones políticas, lo habitual hasta ahora desde hace más de siete décadas, se hace imposible y obliga a la búsqueda de pactos tripartitos que complicará sumamente las negociaciones.

Con los resultados de la encuesta a la vista serían posibles cuatro alternativas: desde un acuerdo entre conservadores, liberales y ecologistas, como el que hace cuatro años trató infructuosamente de alcanzar la canciller federal, Angela Merkel, hasta una alianza de verdes, socialdemócratas y La Izquierda, que supondría un bandazo radical para la política de Alemania.

La culpa del hundimiento conservador hay que buscarla en su candidato, con diferencia el más impopular y el peor situado entre los favoritos a asumir la sucesión de Merkel en el poder. Si los alemanes pudieran escoger directamente a su jefe de gobierno, un 26% se decantaría por el socialdemócrata Olaf Scholz, un 16% por la verde Annalena Baerbock y tan solo un 12% querría a Laschet al frente del Ejecutivo.

Armin Laschet no cuenta tan siquiera con el respaldo de los votantes de la Unión. Solo un 39% de los electores conservadores en Alemania respalda al presidente de la CDU. Es más, el 50% de los consultados y más del 60% de los votantes de la Unión opina que el jefe del Gobierno de Renania del Norte-Westfalia debería renunciar inmediatamente a su candidatura a la Cancillería Federal en beneficio de Markus Söder, presidente de la CSU y primer ministro de Baviera, favorito indiscutible para ocupar la jefatura del Gobierno germano.

En una elección directa un 40% de los alemanes votaría por Söder, que tiene casi tres veces más apoyos de los que suma Laschet, que se adjudicó la candidatura conservadora tras vencer en un polémico y discutido duelo interno a su rival bávaro. El líder conservador comenzó este miércoles oficialmente su campaña electoral en un campamento juvenil de boxeo en Fráncfort, donde se subió al ring con ánimo combativo, se vistió los guantes y retó a sus rivales para «comenzar de una vez por todas con una campaña política» en la que se debatan contenidos.

Sin embargo, el líder conservador protagoniza desde hace semanas titulares negativos. A su mala gestión de las recientes inundaciones y riadas, que causaron solo en la región que gobierna casi medio centenar de muertos, hay que sumar pequeños escándalos que salen ahora a la luz, como las acusaciones de plagio por un libro que escribió en 2009 sobre las posibilidades de la migración para el país y que ha resultado estar lleno de citas de trabajos ajenos cuyo origen oculta. O la inoportuna carcajada que se le vio soltar cuando el presidente federal, Frank Walter Steinmeier, se dirigía a los damnificados por las riadas y las cámaras de televisión le grabaron a espaldas del máximo mandatario en una inadecuada situación jocosa.

Se le atribuye también una criticada cercanía al Opus Dei, movimiento católico ultraconservador al que presuntamente pertenece el jefe de su oficina de gobierno en Düsseldorf, Nathanael Liminski, su brazo derecho y hombre de máxima confianza. Y además tiene que aguantar los puyazos de Söder, que, sabedor de su popularidad y dolido por no poder liderar a los conservadores, no pierde ocasión de dejar a Laschet en evidencia y de aleccionarle para hacer las cosas mejor.