La oposición israelí cierra un pacto para echar del poder a Netanyahu

Mikel Ayestaran JERUSALÉN / COLPISA

INTERNACIONAL

Lapid y Bennett
Lapid y Bennett ABIR SULTAN | Efe

El ultranacionalista Bennett despeja el camino para un Gobierno de unidad con partidos de derecha, izquierde y centro

30 may 2021 . Actualizado a las 21:52 h.

El ultranacionalista Naftali Bennett dio ayer marcha atrás y decidió apoyar a Yair Lapid para generar un cambio político en Israel. «Voy a trabajar con todas mis fuerzas con mi amigo Lapid para formar un Gobierno de unidad. Ninguno de nosotros vamos a poder cumplir con toda nuestra ideología, pero será un Gobierno de todos. No aceptaré formar parte de un Gobierno de derecha liderado por Benjamin Netanyahu. Tendremos este Gobierno del cambio o habrá quintas elecciones», declaró el exlíder colono en un discurso dirigido a la nación.

El miércoles expira el plazo que el presidente, Reuven Rivlin, dio a Lapid, de 57 años, para formar nuevo Ejecutivo y hasta entonces todo es posible en un país que ya ha celebrado cuatro elecciones en menos de dos años.

El dirigente de la pequeña formación ultranacionalista Yamina rectifica y, pese a que durante la reciente operación militar en Gaza aseguró que no respaldaría esta opción, acepta ahora la oferta de Lapid, cuya primera consecuencia será que Netanyahu perderá el poder por primera vez desde hace doce años, todo un seísmo político en el Estado judío. La segunda consecuencia será la formación de un Gobierno de rotación en el que Bennett ocupará en el turno inicial el asiento de primer ministro, para cedérselo luego a Lapid.

Netanyahu, de 71 años, esperó a escuchar la intervención del líder de Yamina para criticar su decisión y lamentar que «solo le interesa ser primer ministro». Al tiempo, alertó de que este futuro Gobierno de unidad sería «un peligro» para la seguridad de Israel. «Se trata de la estafa del siglo», añadió citando las promesas públicas pasadas que Bennett hizo de no unirse a Lapid. «¿Cómo miraremos a los ojos de nuestros enemigos? ¿Qué harán en Irán y en Gaza? ¿Qué dirán en los pasillos del Gobierno en Washington?», se preguntó.

Intentando frustrar el acuerdo de la oposición, Netanyahu hizo a última hora una contraoferta a tres bandas para hacerse a un lado a favor de otro político de derecha, Gideon Saar. Según ese plan, Saar se desempeñaría como primer ministro durante quince meses, Netanyahu regresaría durante dos años y Bennett asumiría el cargo por el resto del mandato. Sin embargo, Saar, un exministro del gabinete del Likud, rechazo rápidamente el plan.

Si el acuerdo para el cambio logra su objetivo tendrá en sus filas a un primer ministro ultranacionalista junto a ministros de centro y de la izquierda israelí. Necesitará, además, el apoyo de diputados árabes del islamista Raam o de la Lista Conjunta para poder llegar a una mayoria de 61 escaños. Unas ecuaciones que presentan un futuro bastante inestable.

Exprotegido de Netanyahu

Bennett, hijo de emigrantes estadounidenses nacido en Haifa hace 49 años, es un empresario de éxito en el mundo tecnológico de las start-up que dio el salto a la política en el 2006. Exprotegido de Netanyahu en el Likud, no tardó en iniciar sus propios proyectos, aunque siempre abierto a coaliciones con su exjefe en las que ha ocupado los ministerios de Diáspora, Servicios Religiosos, Educación y Defensa.

El problema entre ellos no es ideológico, es más de gestión y personal. Lo mismo que le ha pasado a Netanyahu con otros exprotegidos como Avigdor Lieberman o Gideon Saar, que también formarán parte del posible Gobierno del cambio.

Los colonos dan un paso más en su proyecto político y están a punto de situar a quien fuera líder de su consejo al frente del Ejecutivo de Israel. Bennett lideró el Consejo Yesha y uno de los puntos clave en su programa electoral es la necesidad de pasar de la ocupación a la anexión de la zona C de Cisjordania. Tras los acuerdos de Oslo Cisjordania quedó dividida en tres partes, sobre el papel el área A, bajo control civil y militar de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), el área B dirigida por la ANP y control militar conjunto con Israel y la C bajo control militar exclusivo y control civil casi total de Israel).

«Debemos seguir trabajando en esta dirección para anexionar esta zona C y darle identidad israelí, lo mismo que hicimos con el Golán y con Jerusalén Este, áreas que con el paso de los años el mundo ya ha comprendido que son nuestras», es una de las máximas que repite el dirigente ultranacionalista en cada campaña. Si se consuma este Gobierno del cambio tendrá la oportunidad de liderar este proyecto que no pudo consumar ni el mismísimo Netanyahu.

Los diversos miembros de la nueva coalición tendrían poco en común, aparte del deseo de poner fin a la carrera de doce años de Netanyahu, el líder más antiguo de Israel, que se enfrenta a un proceso judicial por cargos de corrupción que él niega.

Sería una alianza frágil que se centraría en la recuperación económica de la pandemia de covid-19, dejando de lado cuestiones en las que los miembros no están de acuerdo, como el papel de la religión en la sociedad y las aspiraciones palestinas de convertirse en Estado.

Israel ha celebrado cuatro legislativas en menos de dos años, ninguna de las cuales logró separar a Netanyahu ni un Gobierno estable. Tras la última cita con las urnas del 23 de marzo, el presidente, Reuven Rivlin, dio a Netanyahu, cuyo partido Likud (derecha) terminó en primera posición, el mandato de formar un Ejecutivo. Pero el primer ministro saliente no consiguió reunir los 61 diputados necesarios, de los 120 de la cámara, para volver a gobernar.