El horror de los niños detenidos en la frontera vuelve a sacudir EE.UU.

Mercedes Gallego NUEVA YORK/COLPISA

INTERNACIONAL

Campamenos de menores en Tornillo (Texas)
Campamenos de menores en Tornillo (Texas) MIKE BLAKE | Reuters

Las condiciones de los centros de detención se asemejan a los campos de concentración, con menores cuidando a los más pequeños, hacinados y plagados de piojos

25 jun 2019 . Actualizado a las 17:50 h.

Sus cuerpos no tienen nombre, puede que nunca lo tengan. La etiqueta que le han colgado del tobillo en la morgue del condado de Hidalgo (Texas) sólo tiene un número, pero los que más estremecen son los que puso en un tuit el sheriff Eddie Guerra: «Una mujer de unos veintitantos años, dos niños y un bebé». 

Murieron tras cruzar el río Bravo, en un rincón del parque nacional Anzalduas conocido como El Rincón del Diablo. No muy lejos hay mesas de picnic para los domingueros. Según los datos preliminares que maneja la Cancillería, la mujer y los tres niños «se extraviaron y a causa de las altas temperaturas y la falta de agua no lograron sobrevivir». Otras dos mujeres que iban en el mismo grupo lograron sobrevir y fueron trasladadas a un hospital.

El presidente Trump visitó el lugar en enero para subrayar la necesidad de construir el muro que ha prometido y, por si la presencia de narcotraficantes y coyotes no asustan los suficiente, aseguró que en esa zona capturaban «hombres de Oriente Medio». Solo que esta mujer y presumiblemente sus tres hijos parecen venir de donde la inmensa mayoría de los 144.000 inmigrantes detenidos el mes pasado por cruzar ilegalmente la frontera, del triángulo centroamericano que forman El Salvador, Guatemala y Honduras.

Si hubieran estado vivos cuando los focos de las patrullas fronterizas iluminaron la espesa oscuridad del parque, es posible que hubieran acabado en una de las instalaciones para menores que tienen horrorizada a la opinión pública mundial y hasta a los jueces del 9th Circuito de Apelaciones. «¿Es que usted no cree que tener acceso a un jabón, una manta y un cepillo de dientes es básico para decir que hay condiciones sanitarias?», le preguntó indignado la semana pasada uno de los jueces a una abogada del gobierno de Trump, que ha cortado el acceso de productos básicos.

Y eso que estos jueces no han visto los lugares en los que se hacinan. Los médicos y abogados que la semana pasada visitaron uno de estos albergues en Clint (Texas) quedaron tan espantados que decidieron jugarse los casos que llevan y hasta la licencia al denunciarlo abiertamente a la prensa, empezando por ‘Associated Press’ y terminando con las principales cadenas de televisión.

Epidemias de gripe mortales

Cientos de criaturas en barracones sin ventanas, durmiendo en el suelo con papel térmico por manta, obligados a cuidarse unos a otros, algunos incentivados con comida para convertirse en capataces dentro de las instalaciones. Epidemias de gripe que han costado varias vidas. «Le pregunté a una de las niñas por qué el bebé que tenía en brazos no llevaba pañales», contó al canal ABC News la abogada Warren Binford. «Me miró sorprendida y me dijo que no lo necesitaba. En ese momento el bebé se le orinó encima y se puso a llorar. Tienen a niños cuidando niños que no saben que hacer».

A las madres que les permiten ocuparse de sus bebés ni siquiera se les da acceso a agua corriente para lavar los biberones. Hay plagas de piojos que al menos en un caso los guardias solucionaron proporcionándoles dos peines para 350 niños. «Arreglároslas», dijeron. Y cuando uno de los dos peines se perdió, castigaron a los chicos quitándoles las pocas mantas y colchonetas que había en el barracón.

«Siempre han pasado cosas horribles en las instalaciones de las patrullas fronterizas, especialmente con los niños», explicó la misma abogada a la revista New Yorker. «Lo que ahora nos preocupa es el número de niños que arrestan, las edades -el más pequeño tenía dos meses y medio- y el tiempo que los tienen allí -legalmente es un máximo de 72 horas, pero casi todos los que entrevistaron llevaban varias semanas-».

Ante esas condiciones, la noticia de que Donald Trump ha pospuesto las redadas «masivas» que había anunciado no ha logrado devolver el sueño a quienes se preparan para perder a sus hijos. «Es un aplazamiento, no una solución», subrayó el arzobispo de Miami, Thomas Wenski, una de las diez ciudades que se enfrentan a la batida. Son sus iglesias el último santuario al que acuden quienes forman parte de esta nueva lista de Shindler.

Las denuncias propiciaron que cientos de migrantes menores de edad, entre ellos bebés y niños pequeños, detenidos en una masificada comisaría de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos han sido trasladados a otras instalaciones, según informó  The New York Times.