España acoge a los migrantes del Aquarius

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INTERNACIONAL

Oscar Corral / EFE

Matteo Salvini grita «victoria, primer objetivo conseguido», pero Médicos sin Fronteras, que fleta el barco, ve difícil que pueda llegar a Valencia y reclama a Italia que «haga su trabajo»

12 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Pedro Sánchez tomó ayer su primera gran decisión política de carácter social como presidente del Gobierno. España se hará cargo de 629 personas rescatadas el domingo en las costas de Libia por Médicos Sin Fronteras y SOS Mediterranée y que ahora permanecen a bordo del barco Aquarius, detenido en el Mediterráneo por la negativa de Italia y Malta, los dos países más cercanos, a acogerlos. El ministro del Interior italiano, Matteo Salvini, fue el más explícito al conocer la decisión de Sánchez: «Victoria, primer objetivo conseguido». Salvini hizo de la lucha contra la inmigración una de sus banderas y el fin de semana visitó varios puertos del sur para reafirmar su negativa a desembarcar más migrantes.

El gesto de España no está exento de problemas. Médicos Sin Fronteras avisó de que el barco se encuentra a 700 millas náuticas del puerto de Valencia, el escogido por el Ejecutivo socialista. Eso implica tres días de navegación que, según la oenegé, los rescatados -entre los que hay 123 menores no acompañados y siete embarazadas- no están en condiciones de soportar. Algunos han sufrido quemaduras graves, otros casi perecieron ahogados.

El Gobierno maltés se ofreció ayer a enviar comida, que también escaseaba. A última hora de la tarde la situación de los heridos era estable. La organización médica insiste en que el «mejor escenario» sería que Italia «hiciera su trabajo y respetara la ley internacional» porque hay demasiada gente en el barco y las condiciones están lejos de ser buenas.

No es en absoluto probable que tal cosa ocurra. El Gobierno transalpino se lamenta de que durante estos años se les ha dejado muy solos frente a la crisis migratoria y el ministro de Exteriores, Josep Borrell, vino a darles la razón. «Tómese esto como un acto simbólico y efectivo que pretende poner de relieve, frente al próximo Consejo Europeo, la necesidad de que, de una vez por todas, enfrentemos de manera coordinada y solidaria un problema que es de todos y no un año de Grecia, el siguiente de Italia y puede que nos toque a nosotros dentro de poco», adujo.

Según la OIM, el número de migrantes que han llegado este año a las costas de Italia descendió un 80 % respecto a los mismos meses del 2017, mientras que el de los llegados a España se duplicó. Aun así, el flujo es mayor hacia Italia: 13.808 personas (500 fallecidas) frente a 8.309 (240 fallecidas). «Es nuestra obligación ayudar a evitar una catástrofe humanitaria -defendió el Gobierno de Sánchez- y ofrecer un puerto seguro a etas personas, cumpliendo de esta manera con las obligaciones del derecho internacional». 

Destino final

El destino inicial de los rescatados será, si se cumplen sus intenciones, Valencia. La vicepresidenta, Carmen Calvo, se puso en contacto hoy con el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, para concertar la decisión. «Estoy orgulloso -dijo- porque este es el paradigma de la Comunidad Valenciana, solidaria y abierta; esto y no Gürtel, como fue en otra época».

Otras comunidades ofrecieron igualmente su ayuda. El País Vasco fue el primero en poner cifra; está dispuesto a acoger a un 10% de los náufragos. También Navarra y Extremadura o la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. Quim Torra dijo incluso que Cataluña tiene capacidad para hacerse cargo de todos.

La decisión de Pedro Sánchez fue elogiada por la UE y por la Organización Internacional de las Migraciones, cuyo portavoz, Leonard Doyle, dijo que «demuestra liderazgo moral y legal, que es algo que escasea estos días en el mundo». En España nadie cuestionó la decisión y solo el líder del PP catalán, Xavier García Albiol, le puso un pero: «No puede ser algo reiterado en el tiempo. España no se puede convertir en una gran oenegé».

La derecha y los ultras obtuvieron en las elecciones locales del domingo una clara victoria que avala sus políticas

MARÍA SIGNO

El tira y afloja entre el gobierno italiano y el barco Aquarius, se ha saldado con la decisión de España de acogerlo y la satisfacción del vicepresidente y ministro del interior italiano, Matteo Salvini, de la ultraderechista Liga Norte, que ayer hablaba de victoria: «Alzar la voz compensa. El Gobierno ha estado siempre compacto… ¡para quien esperaba divisiones entra la Liga y Cinco Estrellas!». No han faltado nuevas amenazas hacia otros barcos «con los que adoptaremos las mismas medidas». En el día después de las elecciones municipales parciales que han visto una clara victoria de la coalición de derecha en la mayoría de las 760 localidades donde se celebraron, gracias al tirón de la Liga, Salvini repitió la promesa electoral de recortar los gastos ocasionados por la acogida de inmigrantes: «Uno de los frentes es el del costo que los italianos tienen que sostener por el ejército de falsos prófugos, en torno a 35 euros por cada inmigrante».

También el nuevo ministro de Infraestructuras, de quien dependen los puertos, Danilo Toninelli, anunciaba «recién llegados y ya hay un aire nuevo» mientras el vicepresidente y líder del Movimiento 5 Estrellas, Luigi Di Maio, intentaba desdramatizar la situación del Aquarius asegurando que «el barco está preparado, no hay emergencia». No todos en M5E están de acuerdo con la línea marcada por la Liga, como puso en evidencia el alcalde de Livorno, Filippo Nogarin, que se sumó a la campaña lanzada por otros alcaldes para acoger al barco, aunque finalmente se desmarcó «para no complicar al Gobierno». 

Disensiones internas

Mientras Salvini cerraba los puertos del país al Aquarius, los alcaldes de Nápoles, Palermo, Mesina y Reggio Calabria mostraban su intención de acoger a los 629 refugiados. «Ministro sin corazón», definió Luigi Di Magistris, alcalde de Nápoles a Salvini, mientras que desde Palermo Leoluca Orlando hablaba de «demostración de la naturaleza cultural de la extrema derecha», asegurando que la decisión de no acoger la nave «viola leyes internacionales».

Críticas a las que se ha unido de forma decidida el Partido Democrático que agradeció «el gesto noble de España» aunque «no resuelve nuestro problema de aislamiento internacional. Hoy estamos más aislados que ayer». La tensión y la polémica con la inmigración no paran de crecer.