A ello se une la falta de coordinación que han demostrado las fuerzas de seguridad de los estados federados en numerosas ocasiones. Una de ellas, cuando permitieron que el presunto yihadista Jaber Albakr se suicidara en prisión. Se desató entonces un aluvión de críticas contra las autoridades, que alabaron la buena gestión de sus homólogas españolas durante los recientes atentados de Cataluña, asumiendo que se debe a la experiencia que les ha dado el 11 M y la lucha contra ETA.
No es de extrañar que el debate sobre la seguridad haya copado la campaña para las elecciones del domingo. Aunque Ángela Merkel asegura que «no hay que acostumbrarse al terror», su Gobierno aprobó las tobilleras electrónicas para potenciales criminales y el decomiso de los teléfonos móviles de los refugiados. Además, el programa de su partido propone crear 15.000 nuevas plazas en la policía, introducir la videovigilancia en los lugares públicos, e incluso desplegar el Ejército en operativos antiterroristas dentro del país, algo que hasta ahora era un tabú y que critican La Izquierda, Los Verdes y el SPD.