«Erdogan sigue luchando por mantener a los kurdos a raya y considera que cooperar con Putin es la mejor manera de lograrlo», afirma Mutjaba Rahman, del gabinete Eurasia Groupe
31 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.Turquía busca dos objetivos con el acuerdo de alto el fuego en Siria negociado con Rusia: proteger sus intereses en ese antiguo territorio del Imperio otomano y apartar a Estados Unidos.
La batalla de Alepo parece haber marcado un antes y un después. Ankara cedió esa ciudad, con el objetivo de tener margen de maniobra en el norte de Siria, donde lucha contra el Estado Islámico y las milicias kurdas del YPG. El acuerdo de alto el fuego no limita en nada su ofensiva contra los yihadistas ni contra los kurdos que tratan de unificar las diferentes zonas que controlan en la frontera turca. Estos dos frentes parecen ahora importarle más a Turquía que la caída de Al Asad, a quien Recep Tayyip Erdogan tildó repetidamente de «tirano con las manos llenas de sangre».
«La política de Turquía frente a Al Asad ha fracasado claramente», afirma Mutjaba Rahman, del gabinete Eurasia Groupe. «Pero Erdogan sigue luchando por mantener a los kurdos a raya y considera que cooperar con Putin es la mejor manera de lograrlo», resumió. Ni el asesinato del embajador ruso en Ankara hizo descarrilar la buena sintonía entre los presidentes ruso y turco.
Para Soner Cagaptay, analista del Washington Institute, Turquía se apresuró a concluir un acuerdo con Rusia antes de la llegada de Donald Trump. «Se sabe de antemano que Trump y Putin concluirán un acuerdo sobre Siria, Ankara así lo vio y se esforzó en obtener su propio acuerdo con Putin antes de la presidencia de Trump», afirma.
El pacto se produce cuando las relaciones entre Ankara y Washington se hallan en horas bajas, especialmente por el fallido golpe de Estado, pero también por el apoyo de la Casa Blanca a las milicias kurdas, los principales valedores de EE.UU. en la lucha contra el califato.