Referendo inoportuno sobre una mala reforma

Miguel-Anxo Murado
Miguel-Anxo Murado EL MUNDO ENTRE LÍNEAS

INTERNACIONAL

Renzi propone quitarle poderes al Senado y que los senadores pasen a ser nombrados por los ayuntamientos

04 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Ocurrió en Pisa durante un mitin. El primer ministro, Matteo Renzi quería mostrar con una presentación de PowerPoint cómo iba a cambiar Italia tras la reforma constitucional que se vota hoy. Le dio a la tecla del ordenador y estalló una carcajada general: en la pantalla, no se sabe cómo, había aparecido un mapa de Sudamérica.

La reforma de Renzi no transformará Italia hasta el punto de colocarla en otro continente pero, caso de ganar el sí, tendrá consecuencias muy profundas para el futuro del país. Lo malo es que la victoria del no también tendrá consecuencias importantes; y podrían no ser muy buenas en ninguno de los dos casos.

Italia lleva mucho tiempo pidiendo a gritos reformas: en la fiscalidad, en la economía, en la ley electoral… Pero Renzi, ambicioso y con tendencia a la megalomanía, se ha ido a por lo más difícil y menos urgente: un cambio profundo de las bases del sistema político, nada menos. Es el tipo de iniciativa que solo se debe emprender cuando se cuenta con un consenso político y social considerable, que Renzi no tiene. El resultado es que el país está ahora dividido justo en el momento en el que necesitaba más calma, cuando su deuda y sus bancos preocupan en la eurozona.

Además, la reforma es mala, incluso peligrosa. Es cierto que el sistema italiano de bicameralismo perfecto es cualquier cosa menos perfecto: consiste en que el Senado y el Congreso tienen exactamente los mismos poderes, con lo que a veces se llegan a pasar entre ellos una ley durante décadas -literalmente- sin que llegue a aprobarse nunca.

Pero mientras que Renzi propone quitarle poderes al Senado, lo cual no estaría mal, propone también que los senadores pasen, de ser elegidos por los ciudadanos, a ser nombrados por los ayuntamientos y asambleas regionales. Es decir: políticos escogidos por otros políticos. Suena mal en todas partes, pero especialmente en Italia. Para el Congreso, Renzi ha pensado en un sistema de bonificaciones en escaños que otorgará automáticamente una mayoría absoluta al partido que gane las elecciones, incluso si solo obtiene un pequeño porcentaje del voto. Es comprensible que muchos italianos se lleven las manos a la cabeza ante esta acumulación de poder regida por principios más cercanos a los de la lotería que a los de la democracia.

Y como guinda final Renzi ha hecho lo que nunca debe hacer un político cuando convoca un referendo: ofrecer su dimisión si pierde. Aparte de que una crisis política en Italia podría provocar una crisis financiera en la eurozona, la amenaza de Renzi ha distorsionado completamente el sentido del referendo. En vez de «reforma sí o no», la consulta se ha convertido en un «Renzi sí o no». Es verdad que luego ha rectificado -ahora dice que lo que hará es un secreto entre su mujer y él-, pero esto no ha hecho más que añadir incertidumbre y confusión.

Ya solo queda esperar al veredicto de las urnas esta madrugada y ver cuál de los dos males se impone al final, si el sí o el no. Luego ya veremos cuál de los dos era el mal menor.