Llegó el comandante y mandó a parar

INTERNACIONAL

27 nov 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Desde que en el 2006 cediera el poder a su hermano Raúl tras una grave enfermedad, los rumores sobre la inminente muerte de Fidel eran una constante en las redacciones de todo el mundo. La confirmación de que seguía vivo llegaba por medio de una imagen recibiendo en chándal al dirigente de turno o con desmentidos en uno de sus artículos. «¡Aves de mal agüero! No recuerdo siquiera qué es un dolor de cabeza», escribió el 22 de octubre del 2012.

La longevidad del comandante ha desquiciado a sus detractores -sobrevivió al mandato de once presidentes de EE.UU. y a la caída de la URSS-. En el café Versailles, epicentro de la disidencia en Miami, veían como el siglo XX finalizaba y el castrismo seguía en la poltrona del poder. Raúl tomó el testigo y el deshielo de la mano de Obama dio aire a los que creían en un cambio de régimen tranquilo. La incertidumbre que trae anexa la era Trump no predice nada bueno, aunque las perspectivas de negocios millonarios en la isla pueden silenciar a los que ahora piden asfixiar a La Habana.

Muchos mandatarios coincidían en señalar ayer en que la historia será la que juzgue el impacto de la controvertida obra y vida del comandante barbudo que bajó de sierra Maestra para marcar el destino de su país. Empezó como un revolucionario que liberaba al pueblo del dictador Batista, como cantó Carlos Puebla en su copla Y en eso llegó Fidel, y acabó con décadas de represión sistemática de las libertades.