El calentón de El Castigador

Francisco Espiñeira Fandiño
fRANCISCO ESPIÑEIRA REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

SOE ZEYA TUN | REUTERS

El presidente filipino llama «hijo de puta» a Obama y luego pide perdón tras anularse el encuentro bilateral

07 sep 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El Castigador, el mote con el que se conoce en Filipinas a su presidente, Rodrigo Duterte, ha causado un incidente internacional de enorme resonancia por sus excesos verbales, muy habituales en su país, pero absolutamente fuera de lugar en el resto del mundo. Duterte no dudó en llamar «hijo de puta» a Barack Obama para, indicó, recalcar la soberanía de su país frente a las injerencias estadounidenses.

El calentón verbal venía a cuento de las suspicacias que los métodos de Rodrigo Duterte en su lucha contra la droga despiertan en el resto del mundo. El temor del presidente filipino a ser reprobado por Obama -y el resto de la comunidad internacional- le llevó a decir, en tono despectivo, que el presidente de EE.UU. «debe ser respetuoso y que no me haga preguntas. ‘Putang ina’ [hijo de puta, en tagalo], le insultaré en ese foro”, antes de añadir: «Nosotros ya no somos colonia de Estados Unidos. ¿Quién es este hombre? Mi único dueño es el pueblo filipino». Esas palabras sacudieron la reunión de la Asociación de Estados del Sudeste Asiático (Asean), que se celebra en Laos, donde estaba previsto que se celebrara un encuentro bilateral entre los dos mandatarios. 

2.400 muertos en dos meses

Duterte llegaba a la cita con una lista de víctimas considerable desde que aplica su política de tolerancia cero y violencia extrema contra el tráfico de drogas en su país. Esa era una de sus señas de identidad en su anterior cargo, como alcalde de Davao, y fue una de las promesas que le auparon a la presidencia tras repetir machaconamente en campaña su promesa de dureza contra el narcotráfico. «Dispárale (al traficante) y te daré una medalla», le llegó a decir públicamente a varios agentes.

Cifras no oficiales calculan que en los últimos dos meses han muerto por asuntos relacionados con los estupefacientes más de 2.400 personas. De ellas, 614 víctimas habrían sido abatidas por la policía durante diversas operaciones. Pero la cifra que escandaliza a los defensores de los derechos humanos es la de las más de novecientas personas cuya muerte violenta se atribuye a los escuadrones de la muerte que operan con total impunidad -e incluso apoyo- de los responsables estatales. Y entre los asesinados hay un caso escandaloso, el de un niño de cinco años, que ha encendido las alarmas.

Las palabras de Duterte tuvieron como efecto inmediato la cancelación de la reunión programada con Obama. El presidente filipino reaccionó con celeridad y pidió perdón públicamente ante el temor de que el incidente pudiera quebrar las relaciones con su principal valedor internacional en un escenario de máxima tensión por las ambiciones expansivas de China en el mar del mismo nombre. El contencioso por la soberanía de varias islas ya ha llegado al Tribunal de La Haya y Duterte parece dispuesto a negociar directamente con Pekín, algo que tampoco agrada a su aliado americano.

El presidente estadounidense apenas se inmutó tras el ataque personal. «Me han dicho que es un hombre extravagante», se limitó a responder sin elevar la tensión con su homólogo filipino y abriendo la puerta a fijar una nueva fecha para sentarse con él.