Luis Almagro, un pensador de clara trayectoria progresista

JULIO Á. FARIÑAS REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

MARVIN RECINOS | Afp

El secretario general de la OEA fue canciller de Uruguay con José Mujica como presidente

03 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Ya le venía quitando el sueño a Nicolás Maduro desde hace medio año, cuando cuestionó públicamente y por escrito la limpieza del proceso electoral que se estaba desarrollando en Venezuela. Ahora, al poner en marcha el proceso para activar la Carta Democrática de la OEA, acabó por sacarlo de sus casillas.

Luis Almagro, de 53 años, lleva uno como secretario general del organismo interamericano, cargo para el que fue elegido con el apoyo de 33 de los 34 Estados miembros y una abstención, no la de Venezuela. Maduro ha cargado en los últimos meses contra él con acusaciones de ser un agente de la CIA, un traidor «entregado al Departamento de Estado [de EE.UU.]». Calificó el documento en el que pidió activar la Carta de estar «parcializado por la derecha venezolana, como escrita por el más ultraderechista». El gran pecado de Almagro es ser uno de los pocos que le plantó cara en una región llena de estómagos agradecidos, como los de los Kirchner, los Lula, los Evo, los Correa, los Castro e incluso su antecesor en el cargo, José Miguel Insulza.

La propia prensa chavista, como el canal Telesur, lo recuerda como «el secretario general de la OEA que asumió con la promesa de trabajar por el fortalecimiento de la democracia», pero le reprochan que «olvidó rápidamente este compromiso al interferir de manera hostil en las políticas soberanas de Venezuela».

Diplomático de carrera, fue canciller de su país entre el 2010 y el 1 de marzo del 2015, siendo presidente José Mujica, y tiene una acreditada experiencia regional e internacional. Su gestión al frente de la diplomacia uruguaya se caracterizó por la defensa de los derechos humanos y civiles a nivel regional y global, la inserción de Uruguay en mercados no tradicionales, la diversificación de estos y el afianzamiento del sello país, como una sociedad democrática, justa, tolerante, diversa con cada vez más derechos para más uruguayos.

Fue el artífice de que Uruguay acogiese a varios detenidos de la cárcel de Guantánamo y a decenas de familias sirias víctimas civiles del conflicto de aquel país.

En el 2014, la revista Foreign Policy lo eligió como «pensador global». Muchos analistas lo ven como un representante de la izquierda honesta que nada quiere tener que ver con quienes, apropiándose de su discurso progresista, son nido de corrupción.