La guerra transforma a Hollande

fernando iturribarría PARÍS / COLPISA

INTERNACIONAL

THIERRY CHARLIER | AFP

El presidente sale reforzado de los atentados con su giro a la derecha

30 nov 2015 . Actualizado a las 12:54 h.

No hay mal que por bien no venga. Las tragedias benefician a François Hollande. Como ocurrió en enero con los atentados contra el semanario Charlie Hebdo y un supermercado judío y la guerra en Malí en 2013, la popularidad del presidente francés ha repuntado tras las masacres yihadistas del viernes 13 en París. Pero el efecto saludable en la opinión pública corre el riesgo de ser efímero al igual que en aquellos precedentes.

Las próximas elecciones regionales del 6 y 13 de diciembre supondrán el regreso a la dura realidad política con el anunciado auge del ultraderechista Frente Nacional de Marine Le Pen, la otra gran vencedora de los sondeos posteriores a los más graves atentados terroristas en la historia de Francia.

El estadista más impopular de la Quinta República nunca ha tenido mejor imagen que en los períodos de crisis graves. La ciudadanía conmocionada por la ofensiva yihadista busca en un acto reflejo amparo en la figura protectora del jefe del Estado enfundado en el uniforme militar de jefe de guerra. Una encuesta realizada con la sangre todavía caliente de los mártires inocentes del fanatismo fundamentalista refleja un salto de 17 puntos en el crédito del presidente hasta encaramarse en el nivel del 41% de buenas opiniones, su mejor resultado desde octubre del 2012.

La mitad de los franceses cree que su presidente sale reforzado del duro trance. Un 70% lo juzgan creíble en materia de lucha contra el terrorismo y el 73% piensan que ha estado a la altura de los acontecimientos. El líder consolidado «ha cobrado en esta terrible ocasión una dimensión nueva», observa el columnista Alain Duhamel. «Se ha impuesto aupado por la urgencia y la necesidad, ha dado muestras de una autoridad presidencial, de una sangre fría mitterrandiana y de un espíritu de decisión hasta ahora reservado a su política exterior», analiza.

La postura, la dignidad, la emoción, la rotundidad de los discursos y la firmeza de las decisiones han jugado a favor de un dirigente demasiado a menudo percibido como blando, indeciso y conformista. «Más allá de la emoción suscitada y del reflejo legitimista a favor del poder, influye la aprobación masiva de las medidas adoptadas», valora el politólogo Brice Teinturier.

Hollande ha cogido su fusil y la ciudadanía traumatizada plebiscita el giro a la derecha dura y sin concesiones dado en materia de seguridad por un socialdemócrata reformista que en el terreno económico ya se había reconciliado con el mundo empresarial. Guarismos al borde de la unanimidad respaldan la retirada de la nacionalidad a los yihadistas binacionales (95%), la creación de 5.000 puestos de policías, gendarmes y militares (94%), el restablecimiento de los controles fronterizos (94%), el confinamiento vigilado de los fichados por radicalización islamista (92%) y la subordinación de ciertas libertades al imperativo de la seguridad (84%).

El aplastante consenso ha enmudecido las voces críticas que se oponían a los coqueteos liberales en los flancos más a la izquierda de la mayoría gobernante. Solo seis diputados izquierdistas, casi todos ecologistas, votaron en contra de la prórroga del estado de emergencia hasta finales de febrero y apenas un par de parlamentarios socialistas osaron desmarcarse de la prolongación de los bombardeos al Estado Islámico en Siria e Irak.