El sultán turco gana la primera apuesta

Rosa Paíno
R. Paíno REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

El fastuoso y extravagante palacio presidencial que inauguró hace un año en Ankara es el símbolo perfecto de los delirios de grandeza y autoritarismo de Recep Tayip Erdogan

02 nov 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

El fastuoso y extravagante palacio presidencial que inauguró hace un año en Ankara es el símbolo perfecto de los delirios de grandeza y autoritarismo de Recep Tayip Erdogan. Culmen de la degeneración de un político moderado, antaño ejemplo de demócrata islamista, en un líder que busca perpetuarse en el poder y finiquitar la Turquía moderna y laica de Atatürk. El sultán turco se jugaba ayer su futuro político en las urnas y ha ganado, después de meses metiendo el miedo en el cuerpo a los turcos con el argumento de que era él o la anarquía.

Su sueño de instaurar un régimen presidencialista se le escapó en las elecciones de junio, al perder su partido AKP la mayoría absoluta y hacer frente además al ascenso de la formación prokurda e izquierdista Partido Democrático de los Pueblos.

De nada sirvió entonces que Erdogan se involucrará en la campaña electoral, algo que un jefe de Estado tiene prohibido. Esperó con paciencia el fracaso de las conversaciones para formar gobierno y convocó a los turcos de nuevo a las urnas, convencido de que está vez no se le escaparía el triunfo.

Para ello no dudo en lanzar a su Ejército contra los kurdos tanto de Irak como de Siria y a los jueces contra sus opositores y contra los que le acusan de corrupción, como su antaño aliado y ahora enemigo Fethula Güllen. El jefe de la oposición, Kemal Kiliçdaroglu, lo acusa de querer restablecer el sultanato. Por ahora no tiene los votos suficientes, pero nadie duda de que el sultán Erdogan pergeñará un nuevo pulso para arrogarse todo el poder.