España no es Grecia

Ana Balseiro
Ana Balseiro MADRID / LA VOZ

INTERNACIONAL

Grecia en cifras
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Después de dos rescates y necesitando un tercero, la economía helena, lastrada por la deuda y la desconfianza internacional, sigue sin remontar

04 jul 2015 . Actualizado a las 14:58 h.

«España no es Grecia». Las casi 18 millones de entradas que ofrece Google para esta búsqueda dan idea de cómo se ha repetido el mensaje -como un mantra- desde el estallido de la crisis helena. Los indicadores económicos muestran que la afirmación es cierta y que, más allá del paralelismo del rescate, poco hay equiparable en ambos países.

La deuda

En el epicentro del problema. España entró en la crisis internacional desde una situación de partida cómoda. En el 2008 el déficit público era del 4,4 % y la deuda del 39,4 % del PIB, mientras que en Grecia los indicadores estaban en casi el 10 y el 110 % respectivamente (actualmente España, en máximos históricos, está por debajo de esa última cifra, frisando el 100 %). El problema heleno es simple: no tiene suficientes ingresos para sostenerse y pagar lo que debe. Su crónica falta de pulmón financiero (actualmente con una deuda del 177 % del PIB y un déficit del 3,5 %, este último 2,3 puntos inferior al español) se agrava cuando la desconfianza ante sus cuentas maquilladas -destapadas en 2009- acaba por ahogarla con el sobrecoste de financiación, para finalmente sufrir el cerrojazo de los mercados. La asfixia está servida: necesita salvavidas.

El auxilio

Dos rescates generales insuficientes, frente a uno sectorial. Grecia ha ido sorteando su bancarrota perpetua gracias a la asistencia financiera de la troika (BCE, FMI y Comisión Europea). Ha recibido hasta el momento más de 233.000 millones a través de dos rescates, y trata de negociar un tercero. El FMI acaba de cuantificarlo en al menos 52.000 millones más, amén de una segunda reestructuración de la deuda. La inyección de liquidez trataba de salvar de la quiebra a toda la economía griega, a diferencia del «préstamo en condiciones muy favorables» -en palabras de Luis de Guindos- que recibió España para mantener a flote a parte del sector financiero. El rescate bancario ascendió a 41.000 millones. La UE ofreció hasta 100.000.

La liquidez

¿A dónde ha ido el dinero? Paradójicamente, más de la mitad de los fondos recibidos por Grecia (254.000 millones si se suma lo recaudado por las privatizaciones impuestas por Bruselas, emisiones de deuda y caja disponible) han ido a parar al pago de la deuda y sus intereses (50.000 millones se destinaron a recapitalizar la banca) y solo un 11 % (27.000 millones) ha servido para sufragar los gastos del Estado heleno.

Los ajustes

Apretar el cinturón al gasto público. A cambio de liquidez, la troika ha exigido reformas para equilibrar las cuentas públicas y posibilitar el pago de lo prestado. La receta básica es reducir el gasto y aumentar los ingresos. Las estadísticas reflejan el enorme esfuerzo heleno, a la cabeza de Europa, al reducir el gasto público casi 10 puntos en el 2014 -hay que recordar que su PIB se contrajo un 25 % en la crisis- mientras que aquí se ajustó siete décimas. En España el gasto público ha pasado de suponer el 45,4 % del PIB en el 2011 al 43,6 % el pasado año. En Grecia cayó del 53,7 al 43,60 % del PIB. Aun así, su peso es excesivo.

Gasto público

¿En qué se ha recortado? La distribución del gasto es similar porcentualmente en ambos países en sanidad y educación. En el 2014 en salud fue del 11,63 % del total en el país heleno y del 14,96 % en España, mientras que la educación absorbió respectivamente el 9,17 (estable pese a la crisis) y el 9,52 % (en el 2011 frisaba el 11 %). Por contra, el gasto en defensa dobla al español, lo que se explica por su posición geoestratégica frente a Turquía. De hecho, ha subido ligeramente este año, hasta situarse en el 2,4 % del PIB griego, mientras que en España apenas es el 0,9 %, el tercero más bajo de la OTAN.

El hachazo

Funcionarios, pensiones y salario mínimo. Desde el 2009 hasta el pasado abril, la plantilla de empleados públicos griegos se redujo en unas 225.000 personas, lo que supone un ahorro de alrededor de 8.000 millones anuales. El primer rescate incluyó el compromiso de suprimir 150.000 puestos hasta el 2015, aunque el parlamento griego aprobó el mes pasado la readmisión de hasta 13.000 de ellos. España también ha reducido un 5,8 % su plantilla pública desde el 2010, con 154.000 empleados menos, que han encajado -como los griegos-, la supresión de una extra y reducciones salariales. Además, los helenos han visto caer el salario mínimo desde el 2010 (está en 586 euros mientras que en el 2012, con 876, superaba al español). Se han eliminado los convenios colectivos y los trabajadores han sufrido una severa pérdida de poder adquisitivo, agudizada por la subida de impuestos, como el IVA (del 23 %), la tasa de solidaridad o el nuevo impuesto sobre la propiedad. En el caso español, el Ejecutivo también acometió subidas fiscales que ahora, con la economía creciendo en el entorno del 4 %, comienza a revertir.

Las pensiones griegas son, proporcionalmente, las más costosas de la UE. Mantenerlas supone el 16 % del PIB (13.000 millones anuales), mientras que en España absorben el 11,8 %. El país heleno tiene el problema añadido de que uno de cada seis griegos entre los 50 y los 59 años está jubilado (algunos colectivos pueden retirarse a los 50-52 años), cuatro veces más que la media de la UE. El sistema es insostenible, pese a que el colectivo también ha sido objeto de recortes y se ha elevado progresivamente la edad de jubilación de los 62 a los 67 años.