El Gobierno griego desespera a los acreedores

Adolfo Lorente BRUSELAS / COLPISA

INTERNACIONAL

ALKIS KONSTANTINIDIS

Ya nadie pone la mano en el fuego por nada; ni los mercados, que empiezan a oler la sangre de un posible Grexident, la salida del país del euro por un accidente

17 abr 2015 . Actualizado a las 04:00 h.

Margaritis Schinas, portavoz de la Comisión Europea: «No estamos satisfechos con los progresos logrados hasta ahora. El trabajo debe intensificarse antes del Eurogrupo del día 24 en Riga, que será una gran oportunidad para que los ministros de Finanzas hagan balance». Una declaración a priori inofensiva que, sin embargo, lleva implícita una enorme carga política que denota lo complicado de las negociaciones con una Grecia empecinada en no dar su brazo a torcer ante la troika.

Hay nerviosismo, dudas y ya nadie pone la mano en el fuego por nada. Ni los mercados, que empiezan a oler la sangre de un posible Grexident, la salida del país del euro por un accidente. Ayer, las bolsas cayeron con fuerza, la prima de riesgo helena ascendió a cotas de otro mundo y el FMI advirtió de que las deudas se pagan y cuando toca. Pinta mal la cosa.

Si algún aliado aún le quedaba a Grecia en Bruselas era la Comisión que lidera Jean-Claude Juncker, que pese a no tener la última palabra en esta negociación, ha ejercido un intenso papel mediador. «No vamos a especular; estamos avanzando; vamos paso a paso; Juncker habla con todos líderes europeos...». Hasta aquí. El discurso de la Comisión, tibio como ninguno, no daba más de sí. De ahí que ese «no estamos satisfechos» de ayer cayese como una bomba.

Pero si en Bruselas la desesperación ante la lentitud de las negociaciones es evidente, al otro lado del charco, es incluso mayor. La directora gerente del FMI, Christine Lagarde, aseguró ayer que la actitud del Gobierno de Tsipras le parece «un poco superficial ya que estamos en una fase en la que hay que trabajar en profundidad los proyectos de reforma, en lugar de hacer grandes discursos sobre la situación».

Lagarde, que estos días actúa de anfitriona de lo más granado de las finanzas internacionales en la reunión de primavera del FMI en Washington, salió al paso del runrún que apunta a un posible impago heleno o de una petición de reestructuración de la deuda. «Retrasar el pago no es recomendable. Nunca una economía avanzada ha pedido retrasar el pago. Son préstamos de la colectividad internacional con dinero que también viene de países que están en situaciones económicas infinitamente más difíciles que Grecia», zanjó.