Aceh honra a las víctimas del tsunami que le devolvió la paz

m. cedrón REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

Nadie diría que hace hoy justo diez años una gran ola arrasó las poblaciones turísticas tailandesas del mar de Andamán

26 dic 2014 . Actualizado a las 14:38 h.

Las decenas de turistas que desembarcan cada día en el muelle de Ko Phi Phi Dan, en el archipiélago del mismo nombre ubicado en el mar de Andamán, no se imaginarían en ningún momento que hoy hace justo diez años una gran ola gigante, provocada por un terremoto submarino de magnitud 9,3 en la escala de Richter registrado cerca de Sumatra, había arrasado la isla y las costas de más de una decena de países que conectan con el océano Índico. Solo al que pregunta por alguna actividad más allá de recorrer en canoa el resto de las islas, bucear o tirarse al sol tailandés le explican que puede subir andando hasta lo alto de la colina donde está el monumento a las víctimas del tsunami.

Más allá de los días cercanos a aniversarios como el de hoy en los que están previstos numerosos homenajes para no olvidar a las víctimas, no se habla de lo que pasó. Muchos de los supervivientes mudaron su hogar a un lugar más protegido. La mayoría de los que ahora están en Ko Phi Phi Dan son trabajadores de hoteles o casas de huéspedes (muchas reconstruidas más lejos del mar), de restaurantes de la playa, de las escuelas o centros de buceo o de las tiendas de recuerdos que no estaban allí cuando llegó la ola. Fueron incorporándose a lo largo de la última década al padrón de población flotante.

El turismo es tan importante para la economía de Tailandia que el Gobierno del país no se puede permitir que no esté todo como antes del 26 de diciembre del 2004. Tan solo unos meses después de la tragedia ya había recuperado la normalidad. Eso que la mitad de los 5.400 muertos registrados en ese estado eran extranjeros de 37 países diferentes.

Países más afectados

Pero donde la ola tocó con más fuerza fue en Indonesia y Sri Lanka, los países con mayor número de víctimas. La región indonesia de Banda Aceh, quizá la más castigada, ha logrado recuperar la paz que no tenía entonces. Lo ha hecho tras la tregua entre la guerrilla del Movimiento Aceh Libre (GAM) y los militares alcanzada en el 2005. Hasta que el tsunami arrasó la región, el Gobierno tenía vetada la entrada de las oenegés o cualquier otra entidad internacional y los guerrilleros no dudaban en quemar las casas de todo lugareño sospechoso de colaborar con el Gobierno. Pero ahora el escenario es totalmente diferente. Justo ahí, en Aceh, en la mezquita de Baiturrahman fue donde ayer unas 7.000 personas celebraron un acto en recuerdo de las víctimas. Las 230.000 que no están para contarlo, los 45.752 desaparecidos, los 125.000 heridos o los más de 1.690.000 que se vieron tocados de un modo u otro.

En Sri Lanka, los huérfanos son atendidos por fundaciones como Gandy, creada por dos británicos que entonces tenían 11 y 13 años cuyos padres también murieron aquel día en el tsunami. La entidad se nutre de fondos obtenidos con la empresa de chanclas del que han levantado.