Terrorismo oportunista

Miguel-Anxo Murado
Miguel-Anxo Murado EL MUNDO ENTRE LÍNEAS

INTERNACIONAL

16 dic 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Las autoridades australianas habían elevado el nivel de su alerta antiterrorista en septiembre. Se anunciaba un ataque inminente, pero se esperaba que viniese de alguno de los jóvenes musulmanes australianos que han ido o piensan ir a combatir al lado del Estado Islámico. Lo que ha ocurrido en Sídney ayer solo guarda una apariencia superficial con esa amenaza. El hombre que llevó a cabo el secuestro ha querido, por razones oportunistas, envolverse en la bandera del Estado Islámico; incluso literalmente, porque pidió que la policía le trajese una. Pero el hecho de que ni siquiera estuviese en posesión de la bandera reglamentaria es revelador. En realidad se trata de un timador sospechoso de delitos sexuales (y quizás de complicidad en un asesinato) cuya única actividad política conocida consistió en oponerse en el pasado al régimen iraní y, más recientemente, en enviar cartas de condolencia a las familias de militares australianos muertos en Afganistán. Las familias consideraron las cartas difamatorias, por lo que acabó ante los tribunales, pero más que la obra de un fanático religioso parecían la de un loco. El viernes los tribunales rechazaron su último recurso contra su condena por este asunto. Ese parece haber sido el detonante de la acción de este personaje, que se presentaba como astrólogo, practicante de magia negra, y que era chií, tres cosas totalmente incompatibles con la ideología del Estado Islámico.

El que todo el asunto sea, como parece, una farsa con final de tragedia tiene dos lecturas. Las autoridades verán con alivio como de momento no se confirma el tan temido «rebote» de su implicación creciente en la lucha contra el islamismo bajo el paraguas de Estados Unidos. Por otra, en cambio, es un ejemplo más de que la «marca» del Estado Islámico se cotiza cada vez más alto entre quienes sienten un profundo rencor contra la sociedad, o sufren un trastorno, o una combinación de ambas cosas, y buscan un credo radical y temible para justificar su violencia.