Horst Seehofer, el primer ministro bávaro, intentó ayer pulir los daños colaterales causados por las últimas meteduras de pata de su partido, la Unión Socialcristiana de Baviera (CSU). En Núremberg, donde el partido celebró su congreso anual, calificó de «maletendido» la propuesta de exigir a los extranjeros que hablen alemán en casa para «facilitar su integración». Ayer finalmente aprobaban una propuesta destinada a salvar los muebles para «animar a los extranjeros a hablar alemán».
Seehofer calificó el incendio intencionado del refugio de Vorra de «acto vergonzoso» y recordó que «las ideas xenófobas no tienen lugar en nuestra sociedad liberal». A la vez, su ministro del Interior anunciaba un dispositivo de protección reforzada para refugiados.
Merkel, invitada de honor en el congreso, destacó los logros de la CDU y la CSU, que el año próximo celebran 70 años de hermanamiento. Del partido llegaban claras consignas para luchar contra una «república de izquierdas», en palabras del secretario general Andreas Scheuer.
Tras perder el bastión del estado federado de Turingia, que después de 24 años de gobierno conservador, ahora se encuentra regido por un tripartito de verdes y de partidos de centro y de izquierda, encabezados por un poscomunista, los conservadores saben que tienen que ponerse manos a la obra si no quieren seguir perdiendo más gobiernos en las regiones.