Juncker ya tiene las llaves de Europa

Cristina Porteiro
cristina porteiro BRUSELAS / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

Los socialistas europeos, molestos con los españoles por votar en contra

16 jul 2014 . Actualizado a las 07:05 h.

Juego, set y partido para Jean-Claude Juncker. El conservador puso ayer punto y final a la carrera por la presidencia de la Comisión Europea al obtener en la Eurocámara 422 votos de los 376 que necesitaba para recoger el testigo de Durao Barroso. Tras las zancadillas políticas y la intensa campaña de descrédito urdida desde Londres en los últimos meses, solo 250 eurodiputados votaron ayer de forma secreta en contra de su elección. Entre ellos, los miembros de la delegación socialista española al completo, que rompieron la disciplina de voto de sus compañeros de grupo parlamentario negándose a apoyar al luxemburgués.

 La decisión generó mucha polémica y malestar en la familia socialdemócrata europea que se había comprometido a respaldar de forma unánime al candidato ganador en las elecciones de mayo. También se entiende como una traición a los conservadores que hace escasas dos semanas brindaron apoyo al alemán Martin Schulz, para repetir al frente de la Eurocámara.

Las órdenes vinieron de Madrid, concretamente del nuevo secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. Este primer guiño para recuperar a su electorado nacional no se comprende en la órbita europea ya que Juncker es visto como «más cercano a Schulz que a Rajoy», según fuentes de la Eurocámara. El líder liberal, Guy Verhofstadt, advirtió a los desertores españoles antes de la votación de que se estaban alineando con gente como el ultraderechista Frente Nacional francés. «Los que votan contra Juncker lo hacen con los antieuropeos», dijo.

Fuentes de la delegación socialista justificaron la decisión. «Nuestra posición ha sido votar en coherencia con la campaña que hemos realizado y la nueva dirección del partido». Sin embargo, algunos eurodiputados, como Ramón Jáuregui, no escondieron su malestar al considerar que Juncker había presentado propuestas muy afines a las demandas del partido.

Juncker conquistó a buena parte del hemiciclo con un programa escorado a la izquierda. El luxemburgués dejó de lado las siglas para «dar prioridad al pragmatismo». En los próximos cinco años propone combinar la austeridad con los estímulos económicos. A petición de los socialdemócratas, anunció un programa para movilizar 300.000 millones de euros de fondos estructurales e inversión privada que relancen el crecimiento en la UE. También reconoció los «errores del pasado» y anunció que se revisará el papel de la troika para hacerla «más democrática». Propuso pedir informes para estudiar los efectos de los recortes. «No habrá ajuste sin análisis del coste social», prometió.

Otras concesiones que llevan el sello de la izquierda son su promesa de luchar por un salario mínimo europeo, aumentar los fondos para el desempleo juvenil y relanzar el diálogo social que, según admitió, «ha sufrido durante estos años de crisis». El presidente de los socialistas en el Parlamento Europeo, Gianni Pittella, se mostró satisfecho con la elección pero advirtió de que «no se está entregando un cheque en blanco a Juncker».

De nada sirvieron el ruido y las protestas de la bancada euroescéptica. Desde el UKIP de Nigel Farage hasta el Frente Nacional de Marine Le Pen, todos criticaron la «falta de transparencia y legitimidad» de la elección de Juncker, quien pareció recuperar ayer el ingenio y el humor ausente durante la campaña electoral: «El Parlamento decidirá con voto secreto y lo entiendo porque Farage no desearía que sus electores descubriesen que vota a mi favor», le espetó al británico. Tampoco hizo oídos sordos a los voceríos de la francesa: «Gracias por no votar por mí. No quiero el apoyo de alguien que excluye».