Su irrupción en la capital agudiza el declive de la fuerza en el Gobierno
29 dic 2013 . Actualizado a las 07:00 h.Arvind Kejriwal, activista del movimiento anticorrupción en la India y líder del Partido Aam Admi, juró ayer el cargo como jefe de Gobierno de Nueva Delhi ante unos 100.000 seguidores que portaban el emblemático gorro gandhiano. «Nunca imaginé que podría haber una revolución como esta en Nueva Delhi. Nuestra victoria parece un milagro, no lo podía imaginar hace dos años. Hoy el hombre común ha ganado», afirmó Kejriwal en su primer discurso como jefe de Gobierno.
El activista eligió celebrar la toma de posesión en el céntrico parque de Ram Lila, y no en un edificio oficial, para que «todos los ciudadanos» compartieran el logro. Llegó al acto en metro para escenificar el cambio de actitud del nuevo Gobierno, y pidió durante su discurso «el fin de la corrupción».
El parque de Ram Lila fue escenario hace dos años de las mayores congregaciones del movimiento anticorrupción. Allí el líder del movimiento, el septuagenario Anna Hazare (Kejriwal era uno de sus principales aliados), realizó una huelga de hambre como presión al Gobierno para que crease un defensor del pueblo que investigase los casos de corrupción. «Si alguien os reclama un soborno, no digáis no. Pagadlo para poder justificarlo y luego nos alertáis. Os daremos un número de teléfono y capturaremos al culpable», explicó Kejriwal en un discurso que fue retransmitido por todas las televisiones indias.
«Por favor, jurad conmigo: ?Nunca aceptaré un soborno, nunca pagaré un soborno», proclamó ante un público fervorosamente entregado.
El Partido del Hombre Común, con solo un año de vida, fue la revelación de las elecciones de Delhi celebradas a principios de diciembre con 28 de los 70 escaños en juego, mientras que el Bharatiya Janata Party (BJP) obtuvo 32 y el Congreso tan solo ocho. Los analistas consideran las elecciones de la capital como un termómetro para los comicios generales que se celebrarán a mediados del próximo año. Nueva Delhi era un feudo del Partido del Congreso y la derrota en la capital confirmó el hartazgo del electorado con esta formación, que lleva en estos momentos las riendas del Gobierno nacional.