El declive se adueña de Milán

María Signo ROMA / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

La ciudad del lujo se vio obligada a vender algunos de sus emblemas

02 dic 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Primero fue el Inter, que ya no es milanés. Ahora su propietario es un indonesio de nombre Erick Thohir que seguramente de fútbol sabe poco, pero sí sabe de buenas inversiones como propietario de Astra International y de un imperio mediático que hace palidecer al del propio Silvio Berlusconi, patrón del rival Milan.

La familia Moratti, propietaria desde hace más de 50 años del prestigioso club, no pudo rechazar la sustanciosa oferta de 250 millones de euros por el 70 % de las acciones. Fin de una era en la que el club ha estado entre los más importantes del mundo. Muchos tifosi han protestado, pero la suerte del Inter ya está decidida.

Otro símbolo que deja de ser milanés es el edificio de Via Solferino del que desde hace 109 años sale cada día el Corriere della Sera. El elegante palazzo es un edificio protegido por su importancia arquitectónica e histórica. El consejo de administración del grupo editor del diario ha decidido cederlo al grupo de inversiones Blackstone por 120 millones a cambio de su uso y pagando un alquiler de 10,3 millones anuales. El comité de trabajadores se está movilizando para evitar una venta que no tapará el déficit del grupo, originado por la compra de la sociedad española Recoletos.

Paseando por las calles más comerciales de Milán, la crisis se hace patente. Los hasta hace poco concurridísimos Corso Buenos Aires o Corso Garibaldi ahora abundan en locales cerrados porque solo las grandes cadenas pueden pagar los altísimos alquileres.

Resiste el llamado quadrilatero della moda en torno a Via della Spiga y Via Montenapoleone. Sus boutiques de lujo siguen llenas de turistas atraídos por el made in Italy y por las tendencias de moda más a la vanguardia.

Mirando a la Expo 2015

Era el símbolo de la Italia más europea, de la cultura exquisita y elitista, de la moda de vanguardia, del refinamiento y el lujo; era también el motor del progreso económico de su país. Pero la imagen de la decadencia se apodera de sus famosas y semivacías calles comerciales, ahora pobladas de mendigos, mientras la crisis pone los emblemas de Milán en manos de inversores extranjeros.

Tal vez tenga razón el alcalde, Giuliano Pisapia, quien está seguro de que el nuevo renacimiento de la ciudad pasa por los 20 millones de visitantes que se esperan para la Expo 2015, en la que se está invirtiendo mucho dinero. De momento, la ciudad sufre con las obras de la muestra, que lleva el lema «Nutrir el planeta. Energía para la vida», como sufre los inconvenientes de la otra gran apuesta de futuro, el macroproyecto Porta Nuova, a pocos pasos de la estación de Porta Garibaldi, donde se construye un enorme complejo urbanístico con varios rascacielos.