La inesperada derrota en los Comunes, por culpa de 39 diputados rebeldes, le obliga a abandonar a EE.UU.
31 ago 2013 . Actualizado a las 07:00 h.Una decisión mal explicada, la falta de pruebas concluyentes y sobre todo el peso de la guerra de Irak dieron al traste con la intención del Reino Unido de atacar a Siria, lo que compromete seriamente a David Cameron y amenaza con abrir una crisis de Gobierno. El premier se enfrenta a una situación sin precedentes que pone en cuestión su autoridad tras sufrir el primer bloqueo parlamentario a una operación militar con el voto de 39 diputados rebeldes.
El grave error de juicio de Cameron, que interrumpió el descanso estival de los diputados para convocar al Parlamento para que aprobase por vía de urgencia su decisión de intervenir en Siria, puede resultar fatal. Su posición era ya débil al frente de su partido, conocido por su afición a destronar líderes y al que el jueves por la noche fue incapaz de imponerse cuando, por solo trece votos de diferencia, la Cámara de los Comunes rechazó atacar a Siria. Nunca antes el Parlamento había vetado una acción militar propuesta por un Ejecutivo.
Solo minutos después de conocer que había perdido la votación por 272-285 votos -con la posición en contra de los laboristas, junto a 30 diputados tories y 9 de sus socios liberaldemócratas, que o votaron en contra o se ausentaron del hemiciclo-, Cameron dijo que «lo entiende» y que actuará «en consecuencia». «Eso es la democracia», añadió.
Su pérdida del control del Parlamento fue vertiginosa desde que, el martes, convocó una sesión extraordinaria para responder al supuesto ataque con armas químicas en Damasco. Cameron esperaba que los Comunes le dieran luz verde para que el Reino Unido interviniese en una operación militar contra Siria pero, conforme pasaban las horas, tuvo que dar marcha atrás y aceptar la exigencia laborista de que una decisión definitiva esperase al dictamen de los inspectores de la ONU.
La situación fue empeorando ante el creciente rechazo de la opinión pública y las dudas de la oposición, hasta acabar desembocando en que lo que iba a ser una votación aparentemente intrascendente en los Comunes, se convirtió en la tumba de la operación británica en Siria.
Las cicatrices de Irak
El debate en los Comunes demostró que las cicatrices de la impopular guerra de Irak del 2003, cuando los laboristas apoyaron sin reservas a George W. Bush, siguen vivas en el Reino Unido pese a que Cameron insistió en marcar las diferencias.
Pero, además, han sido muchos los diputados que no entendieron las prisas por sumarse a la operación militar y muchos más los que han exigido pruebas concluyentes del uso de armas químicas, después del fiasco sobre las armas de destrucción masiva de Sadam Huseín.
Su derrota parlamentaria, además de debilitar aún más su posición dentro de un partido tory con un creciente número de euroescépticos, puede comprometer la posición del Reino Unido a escala internacional y tener un impacto en la «relación especial» con EE.UU.
David Cameron se mostró ayer confiado en mantener su estrecha relación con Washington, pero consideró que no tiene que pedir disculpas a Obama y resaltó que su Gobierno continuará presionando al régimen de Bachar al Asad por vías distintas a la militar.