Acciones limitadas y consecuencias ilimitadas

Miguel A. Murado

INTERNACIONAL

28 ago 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Un ataque limitado en el tiempo y en la escala, ejecutado a distancia, quizás con misiles crucero lanzados desde barcos. Este es el modelo de intervención hacia el que el Pentágono nos ha estado dirigiendo en los últimos dos días. Es un escenario posible, en el fondo característico de la Administración Obama, que ha hecho de los ataques con aviones no tripulados su herramienta predilecta. De este modo, se limita el riesgo para sus pilotos, aunque también sean más limitados los resultados. Se supone que se atacaran bases militares o centros de comando y control. Una intervención de este estilo no cambiara el curso de la guerra civil, en la que el régimen se encuentra ya cerca de la victoria definitiva; pero el interés de Washington nunca ha sido hacer ganar a la oposición islamista, sino que el conflicto se prolongue lo suficiente como para que el Ejército sirio quede debilitado durante unos cuantos años.

Menos trágicas, pero más duraderas serian las consecuencias políticas. Si finalmente se lleva a cabo esta operación, el principio de que las guerras solo son legales si cuentan con respaldo de la ONU se habrá volatilizado de forma definitiva. La invocación que se hace de Kosovo en 1999 es reveladora, porque aquella «excepción» se ha convertido ahora en un precedente. Es una buena muestra de por qué en derecho no se deben hacer nunca excepciones. Algunos dirán, y con razón, que simplemente se ha puesto fin a una ficción, a una fantasía de legalidad internacional que nunca existió. Pero incluso la perdida de una fantasía es una perdida.

Más inquietante, quizás, es la repetición de una pauta que ya se dio en la invasión de Irak del 2003: también entonces el anuncio de una investigación de las Naciones Unidas sobre las alegaciones con las que se quería justificar la intervención aceleró, en vez de frenar, la escalada hacia la guerra. Ante esta paradoja, es legítima la sospecha de que existe el temor a que la investigación no confirme las acusaciones de Washington, como de hecho resultaron ser erróneas en el caso de Irak. La sensación es que los motivos y las justificaciones para la guerra no son necesariamente la misma cosa.

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