La Asociación del Rifle calla en medio de la ofensiva antiarmas

Victoria Toro NUEVA YORK / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

SHANNON STAPLETON / Reuters

Obama respalda el proyecto de ley para prohibir los fusiles de asalto

19 dic 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

La Asociación Nacional del Rifle (NRA), que acostumbra a intervenir ruidosamente en cualquier debate sobre las armas, sigue callada cuatro días después de la matanza de Newtown. Y eso a pesar de que la necesidad de establecer algún control en ese comercio ha calado profundamente en Washington.

Un portavoz de la NRA dijo ayer que ni conceden entrevistas ni harán declaraciones. Sus cuentas en las redes sociales están mudas desde el viernes, el día en el que Adam Lanza mató a 27 personas, incluidos veinte niños de 6 y 7 años. Y eso no es nada habitual en este grupo que nació como una asociación de cazadores en el siglo XIX pero que se ha convertido en el mayor grupo de presión a favor de que no exista ningún tipo de control en la compra y tenencia de armas por los civiles.

La NRA tiene mucho dinero que gasta en publicidad de sus campañas, en apoyar a los políticos que defienden sus intereses y en criticar a los que se oponen. Una organización muy poderosa que cuenta con cuatro millones de socios y está muy próxima a los fabricantes de armas.

Claro que si la NRA es poderosa es precisamente porque el sector de producción de armas también lo es en Estados Unidos. Un sector que el año pasado movió casi 32.000 millones de dólares y que cuenta con más de 200.000 empleos en EE.UU. y que hasta ahora parecía intocable. Pero la conmoción que ha causado la matanza de la escuela de primaria parece que ha empezado a cambiar las cosas.

Las acciones de los principales fabricantes de armas han caído desde el viernes entre un 4 % y un 8 % en Wall Street. Y eso a pesar de que como ocurre siempre tras un tiroteo como el de Newtown, las ventas de armas y munición se han disparado también desde el viernes.

Venta del fabricante del rifle

Además, el fondo de inversiones Cerberus, uno de los mayores del mundo, anunció ayer que va a vender la compañía Bushmaster, fabricante del rifle de asalto con el que Adam Lanza perpetró la masacre.

Pero lo que parece que influye más es la decisión de Barack Obama de imponer restricciones. Además de dar ayer su respaldo al proyecto de ley para prohibir las armas de asalto, que la senadora demócrata Dianne Feinstein presentará en enero en el Congreso, el presidente se reunió en la Casa Blanca con los secretarios de Educación, de Justicia y de Sanidad. A todos ellos les pidió que presenten propuestas para que no se repita lo ocurrido en la escuela de primaria Sandy Hook.

Y al frente de este propósito ha puesto al vicepresidente Joe Biden, para el que además la lucha por el control de las armas no es algo nuevo porque durante sus años como senador fue una de sus líneas de actuación.