Cristina Fernández sufre la peor protesta desde que tiene el poder

agustín bottinelli BUENOS AIRES / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

Los manifestantes sujetan una bandera argentina gigante cerca del Obelisco bonaerense.
Los manifestantes sujetan una bandera argentina gigante cerca del Obelisco bonaerense. A. PAGNI < / span>afp< / span>

Millón y medio de argentinos salen a la calle en las principales ciudades

10 nov 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

La nueva jornada de protesta contra el Gobierno de Cristina Fernández resultó más multitudinaria de lo esperado. En Buenos Aires se movilizaron unas 700.000 personas: 500.000 acudieron a la concentración en el Obelisco, en el centro, y otras 200.000 se agruparon en distintos barrios. Estos números hacen de la manifestación la más numerosa desde 1983, cuando se dio el cierre a la campaña del expresidente Raúl Alfonsín, en las primeras elecciones después de la dictadura.

Siete horas antes del comienzo de la marcha, la presidenta aprovechó un acto público para decir, con lágrimas en los ojos y voz en cuello, que «él (por Néstor Kirchner) me transmitió no aflojar nunca. No aflojar jamás. Ni en los peores momentos. Porque en los peores momentos es cuando se conoce a los verdaderos dirigentes de un país».

El epicentro de la marcha, convocada desde las redes sociales, se dio en Buenos Aires, aunque con algunos focos bien marcados: la Casa de Gobierno y el Obelisco, y la quinta presidencial de Olivos, donde se congregaron 40.000 personas y desde donde Cristina Fernández siguió los acontecimientos por televisión. La movilización tuvo también mucha fuerza en otras grandes urbes, como Córdoba, Mendoza, Rosario, Salta y Tucumán, y en algunos municipios del cinturón industrial de Buenos Aires. Fueron en total 118 concentraciones en todo el país, y un millón y medio de manifestantes movilizados.

Cientos de miles de personas esgrimían pancartas con consignas que iban desde la negación oficial de la inflación hasta la corrupción de los funcionarios públicos. La inseguridad que viven los argentinos, y que el Gobierno también niega, fue otro de los reclamos. Los familiares de víctimas por robos y otros delitos demandaron más justicia. Se percibió, además, la constante oposición a un cambio constitucional para favorecer la reelección de la presidenta.

Ayer, una de las pocas voces oficiales que se dejaron oír fue el senador kirchnerista Aníbal Fernández, ex jefe de gabinete de Cristina, quien aseguró que no entiende «hacia dónde va el mensaje» de los manifestantes y que «no hay nada de lo que tomar nota». La presidenta atribuyó las protestas a la ausencia de alternativas de la oposición. «No nos podemos hacer cargo nosotros de esa falta. Nosotros creemos en nuestro proyecto, los otros que se encarguen de generar un proyecto en base a lo que quiera la sociedad», dijo arropada por buena parte de su Gobierno en un encuentro con alcaldes de la provincia de Buenos Aires.

Para algunos observadores, sin embargo, el malestar ciudadano significa que la presidenta ha dilapidado el capital político que consiguió en las elecciones de hace un año. A su juicio, ha alcanzado tal nivel que Cristina Fernández se verá obligada a introducir cambios en el Ejecutivo, con el fin de rebajar la tensión.