Año nuevo, ¿líderes nuevos?

leoncio González REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

EE.UU., China, Rusia y Francia renuevan mandatos en el 2012

31 dic 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

¿Es de los que piensan que el mundo es ya tan interdependiente que los problemas más acuciantes a los que se enfrenta, como la crisis económica o el cambio climático, no se pueden resolver a escala nacional? Entonces, ármese de paciencia. Por debajo de los grandes titulares que produjo sobre la primavera árabe, la muerte de Bin Laden, el desastre de Fukushima, la guerra de Libia, los estragos de la deuda o la universalización de las protestas contra la desigualdad, el 2011 ha visto crecer dos fuerzas perturbadoras que previsiblemente ganarán presencia el año que empieza mañana: el nacionalismo y el proteccionismo.

Embridarlos requiere dirigentes seguros de sí mismos, capaces de compaginar los intereses domésticos y la búsqueda de puntos comunes beneficiosos para todos. Pero no es lo que anuncia el calendario. Las elecciones en Iowa que abren el martes las primarias republicanas pueden tomarse también como el pistoletazo de salida de un maratón, que durará todo el 2012, para renovar los liderazgos en tres potencias con vocación de solistas globales además de EE.?UU.: China, Rusia y Francia. No se trata en todos los casos de comicios libres: los chinos resolverán el expediente en un congreso cuyos ganadores se conocen antes de que empiece y los rusos pretenden liquidarlo mediante aclamación plebiscitaria. Sin embargo, tendrán los mismos efectos prácticos de una competición electoral abierta.

Abrirán una zona de interinidad que distraerá la atención de los actores implicados hacia la agenda interna, limitando su capacidad de dar pasos relevantes en la exterior.

No se les puede echar en cara. Obligados a congraciarse con electores muy enfadados por las dentelladas de la crisis, Obama y Sarkozy harán cuanto esté en sus manos para que no se note, además, el retroceso de la influencia de sus países en la escena internacional. Como ya es tradicional en él, Putin inflamará el victimismo patriótico de la Madre Rusia para vencer la resistencia cívica a que prolongue su reinado. Las facciones que pugnan por dejar colocados en el nuevo organigrama comunista chino a los príncipes rojos de su cuadra no dudarán en sobreactuar contra los de fuera para no perder posiciones dentro pareciendo pusilánimes.

Cabe deducir de todo ello un aumento de las pulsiones nacionalistas que se ve ya a la perfección en Francia: bajo el influjo de una corriente de opinión contraria a la globalización que ha desdibujado las tradicionales líneas rojas entre derecha e izquierda en muchos asuntos, y que ha situado el debate entre proseguir con las cesiones de soberanía que exige Europa o preservar incólumes las señas de identidad francesas, todos los partidos están redescubriendo el proteccionismo y alimentando un sentimiento de vuelta a las fronteras fuertes.

No es muy diferente lo que ocurre en Estados Unidos, donde los republicanos que aspiran a conducir a su partido en la batalla contra Obama, se despedazan entre sí por ver quién es el más aislacionista y el que trata de modo más prepotente a los miembros de la comunidad internacional, incluidos aliados. El debate abierto en China sobre si los sucesores de Hu Jintao y Wen Jiabao adoptarán en el futuro el modelo de Chongquing, el de Guangdong o una mezcla de ambos, no oculta que, cualquiera que sea la fórmula que adopten, vetarán cualquier modalidad de gobernanza mundial que se interponga en su ascenso.

En el fondo nos hallamos ante la falta de correspondencia entre las necesidades que impone el mundo interconectado del siglo XXI y la plantilla heredada de los siglos XIX y XX, o lo que es lo mismo, entre las obligaciones de una realidad plenamente globalizada y el hecho de que la legitimidad sigue teniendo raíces nacionales. Los efectos nocivos de esta disfunción se vieron en la falta de fuelle del G-20 y en el fracaso de la cumbre de Durban: dos magníficos ejemplos de cómo aplazar los problemas al mismo tiempo que crecen. Con líderes disminuidos que han emprendido ya la retirada o a los que solo preocupa no ser despedidos por las urnas, es probable que esa siga siendo la pauta en el año que entra.

La transición en cuatro potencias augura pocos avances ante los problemas globales

Nacionalismo y proteccionismo pueden ganar presencia en el

año que entra