Candela estaba en una bolsa

agustín bottinelli BUENOS AIRES / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

Aparece muerta la niña cuyo secuestro conmovió a Argentina

02 sep 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Argentina no sale de su asombro. La niña Candela Sol Rodríguez, de apenas 11 años, fue encontrada muerta el miércoles dentro de una bolsa de plástico negra que fue arrojada a un descampado en el Acceso Oeste, en la localidad de Villa Tesei, a unos 15 kilómetros del centro de Buenos Aires. El descubrimiento ponía punto final a una historia que los argentinos vivieron con angustia durante nueve días, desde el 22 de agosto, cuando la pequeña fue secuestrada a pocas calles de su casa en un barrio humilde.

El secuestro fue tomado por los medios como una causa nacional. Incluso la presidenta Cristina Fernández se reunió con Carola Labrador, la madre de la niña, para ofrecerle su apoyo. Cada día se pobló de especulaciones sobre los motivos de la desaparición. Desde la que apuntaba alguna venganza contra su padre, Alfredo Rodríguez, un delincuente que permanece detenido por una modalidad de robo a camiones con mercancía que los argentinos denominan piratas del asfalto, a la que sospechaba de una red de trata de personas o de una organización de pedófilos.

La bolsa con el cuerpo de Candela fue encontrada por una mujer que recogía cartones en el descampado que era utilizado como basurero. Los peritos policiales escribieron en su primer informe que la niña llevaba 36 horas muerta; estaba completamente desnuda y tenía los pies limpios, lo que indica que la desvistieron después de matarla. No presentaba signos de violación y tenía un traumatismo en el rostro que estaba hinchado: posible rotura de cuello. La muerte se produjo por asfixia.

El cadáver llevada puestos los anillos y una cadena, elementos por los que pudo reconocerla su madre. Llevándose las manos a la cara Carola gritó: «Dios mío, mataron a mi hija».

A la hora de conocerse la noticia, un grupo de actores comandados por Ricardo Darín y personalidades de otros ámbitos estaban llevando a cabo una campaña llamada «48 horas por Candela». La aparición del cadáver los tomó de sorpresa y más aún los desconcertó cuando se supo que, dos días antes, la madre había recibido una llamada de extorsión en la que se le reclamaba un dinero que supuestamente se había quedado su esposo.

Las especulaciones comenzaron pronto y todo se volvió confusión. Los argentinos se preguntaban si este crimen se podía haber evitado. Si se trata de un ajuste de cuentas entre bandas de delincuentes, la policía podía haberlo sabido. La indignación se extendía mientras el cadáver de Candela era enterrado en un cementerio cercano a su domicilio, entre el dolor de sus familiares, amigos y compañeros de colegio. Hay fotos de Candela en todos lados, en los coches, en los escaparates, en los buses y hoy todos sienten que el esfuerzo por encontrarle y salvarla fue en vano. Al padre se le permitió salir de prisión para asistir al funeral de su hija y también para volver a ser interrogado por los fiscales y hacerle oír la grabación del llamado para saber si podía reconocer la voz. El hombre volvió a negar todo, sobre todo que alguien de su entorno delictivo pudiera querer lastimar a su hija.