No es la primera vez que el cuarto hijo de Gadafi, de 32 años, se topa con la Justicia. Haníbal, que asegura haber sido maltratado por la policía de Ginebra durante la detención, fue perseguido en el 2005 en París, acusado de malos tratos a su compañera. Antes lo detuvieron por circular con su Porsche por los Campos Elíseos a 140 kilómetros por hora. Otro vástago, el futbolista Al Saadi, se había visto envuelto en un caso de dopaje en Italia pero ahora Gadafi trataba de promover a uno de sus mejores jugadores, Saif, como nueva cara del régimen, mediando con Oriente tras ser rehabilitado en Occidente.
Por razones ajenas a la separación de poderes suiza, Moamar ha decidido tensar la cuerda y cruzar los Alpes con sus petrodólares, como si fueran los elefantes del osado líder cartaginés, que puso en jaque a Roma. Queda por saber hasta cuándo el lío de Haníbal cerrará el grifo.