Un libro dice que Sarkozy miente, es un mujeriego y regaló a su ex mujer y a su novia un anillo igual

Esperanza Suárez

INTERNACIONAL

10 ene 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Tres libros dedicados a Cécilia y dos fotos de un mismo anillo o de dos anillos iguales empañan desde ayer la reputación del presidente de la República francesa.

La ex esposa de Nicolas Sarkozy ha recurrido judicialmente la publicación de una de las obras, en la que la autora le atribuye toda una carga de artillería pesada: Francia estaría gobernada por un mujeriego roñoso, incapaz de amar ni a sus propios hijos y desprovisto de dignidad. Tendría «un problema real de comportamiento» y estaría rodeado por «una banda de malhechores que se sienten inflados de poder».

La periodista Anna Bitton convierte a Cécilia en heroína y dice hacerse eco de sus confidencias, algo que ahora niega la ex primera dama, que sin embargo la incluyó entre sus amigas. Implacable, la autora atribuye a Sarkozy esta frase: «Si quiere volver, que lo haga rápido, la lista de las que quisieran ocupar su puesto es larga. Puedo tener a cualquier mujer».

Y con el mismo anillo. La revista Gala publicó ayer las fotos de Cécilia y Carla Bruni con la misma creación de Dior que el presidente regaló a ambas: le llaman cupido, tiene forma de corazón en oro blanco y diamantes y cuesta 18.500 euros.

Otros dos periodistas se centran en la influencia que todavía tiene la ex madame Sarkozy y en su papel en la liberación de las enfermeras búlgaras y el médico palestino detenidos en Libia: Cécilia habría actuado como un jefe de comando y dado incluso órdenes a sus guardaespaldas para que intimidaran a los carceleros.

Pero el gran revuelo lo ha levantado Cecilia: el lado oculto de una primera dama , donde el autor revela la primera traición confirmada de Sarkozy a los franceses: el presidente sufrió en secreto una operación en la garganta el 21 de octubre, tres días después de su divorcio.

El hecho carecería de importancia si no fuera porque cuando Jacques Chirac sufrió en el 2005 un accidente cerebro vascular, el entonces ministro del Interior se indignó del secretismo que rodeaba al estado de salud de los jefes del Estado. Y tras recordar la muerte en el poder de Georges Pompidou por un cáncer secreto, se comprometió a hacer de su médico «una vedete» de los medios de comunicación.